En juego la corona de Danilo

POR ANSELMO MUÑIZ

Danilo reyHasta el expediente sometido contra Félix Bautista, la opinión pública estaba llena de mensajes censurando al procurador Francisco Domínguez Brito y al presidente Danilo Medina, por su falta de acción contra los corruptos del grupo que encabeza Leonel Fernández, presidente de su partido, el gobernante PLD.
Hasta entonces, muchos entendían que al Procurador y al gobierno de Danilo Medina no les interesaba castigar la corrupción y la impunidad. Para Medina eso era tirar piedras al pasado, por lo que invitaba a la sociedad a abandonar tal pretensión. Olvidado de sus propias palabras, ahora Medina deja que el Procurador lance un expediente acusatorio que no solo es una piedra hacia atrás, sino un block en la cabeza de uno de los funcionarios más importantes del gobierno anterior y de más confianza del pasado presidente. El giro arrastra un escenario donde se pone en juego la corona de Danilo Medina en la guerra soterrada que mantiene con el leonelismo.
Resulta cómico que Félix Bautista tenga razón al afirmar que es “víctima” de una persecución política. La bravuconería de Domínguez Brito no es más que una movida en el ajedrez político que se juega dentro del PLD.
El PLD cosecha haber destruido al PRD y transformarse en el arquetipo del partido cartel con capacidad para dominar el sistema político dominicano por largo tiempo. Pero, como todo poder genera su opuesto, por ser la política adversaria, el poder peledeista ha engendrado en su interior su propia oposición. La función de toda oposición es estabilizar el sistema de gobernabilidad creando la posibilidad de la alternancia dentro del mismo sistema. En uno autoritario y cerrado, como el que ha implantado el PLD, el contrapoder parece generarse a lo interno del propio partido de gobierno, de manera tal que no importa quién gane, siempre gana la corporación PLD. “La lucha contra la corrupción ha sido cooptada por el danilismo, sencillamente porque una parte de los actores involucrados en esta lucha se han rehusado permanentemente a entenderla y encausarla desde su dimensión política”.
Irónicamente, actores que se pretenden de oposición democrática han caído en la trampa de asumir como referencia de su accionar la dialéctica danilismo/leonelismo. Llegan hasta a respaldar la causa danilista y de Domínguez Brito (camuflada de lucha contra la corrupción y la impunidad) con tal de que sometan a Félix Bautista y a Díaz Rúa (me parece que nadie honestamente cree que a Leonel lo vayan a procesar, mientras gobierne el PLD). Sin embargo, de todo esto solo sale ganando el grupo que actualmente nos gobierna. No importa que ese grupo, encabezado por Medina, le de continuidad a las mismas políticas clientelares y personalistas que heredó de su antecesor, políticas que eternizan la pobreza y la desigualdad y deterioran cada vez más la calidad de vida.
El giro político de la coyuntura se da en la medida en que el danilismo ya no solo coopta las luchas de los movimientos sociales, sino que se apodera del discurso contra la corrupción, sencillamente porque muchos de los actores involucrados en esta lucha se han rehusado permanentemente a plantearla y encausarla desde su dimensión política. No es posible enfrentar la corrupción al margen de enfrentar el modelo de gobierno que la genera. La corrupción es un complejo entramado y al mismo tiempo válvula de escape en una sociedad donde el poder se ejerce privativamente y en donde los principales mecanismos de movilidad social son el narcotráfico y la industria política.
La corrupción es un fenómeno político, no moral. Se ha convertido en un componente importante de la lucha por el poder y por el control de los recursos del Estado. En este sentido, la corrupción refleja mayor capacidad de algunos actores políticos y económicos de ejercer poder para apropiarse ilegalmente de los recursos públicos. Por esto, las prácticas de corrupción contribuyen a generar proselitismo político e incluso capital social: los políticos corruptos no solo ganan movilidad social para ellos, sino para su entorno familiar, allegados y seguidores.
Si bien es cierto que las prácticas corruptas por las que se persigue al senador Bautista contribuyen a perpetuar la sociedad que tenemos, no menos cierto es que el danilismo solo está enfrentando a la competencia, para poder controlar una mayor parte del botín. De esta forma no estamos eliminando la mafia, solo estamos ayudando a que cambie de cara. “Para enfrentar la corrupción de verdad, y la mafia, se requiere un proyecto político externo a la dinámica de gobernabilidad peledeísta”.
El sometimiento de Félix Bautista es contingente a la tensión electoral dentro del PLD, y dejará de ser importante cuando esa tensión se supere, llegado el momento electoral. Recordemos que el senador Bautista fue encarcelado al final del primer gobierno de Fernández, y terminó suelto. No importa cuánto empeño ponga el Procurador en enfrentarse a los alfiles del leonelismo, un proceso judicial en nuestro país dura años, y con el control que tienen Leonel y sus aliados del sistema judicial, lo menos que podemos esperar es que la película resulte un clavo interminable.
Para enfrentar la corrupción, y la mafia, se requiere un proyecto político externo a la dinámica de gobernabilidad peledeísta. Un proyecto político que pueda romper la perversa dialéctica danilismo/leonelismo. En otras palabras, enfrentar la corrupción y la impunidad pasa por derrotar el continuismo del PLD, condición imprescindible para la democratización de la sociedad y el desarrollo humano.

Por eso debemos concentrarnos en potenciar las alternativas en la oposición, en la Convergencia y más allá. Esto no significa dejar de lado la lucha contra la corrupción o por el enjuiciamiento de Félix Bautista, Díaz Rúa, y sobre todo su jefe, Leonel Fernández. Lo que sí implica es dejar de dar mérito a quien no lo tiene. El procurador Francisco Domínguez Brito y el gobierno de Danilo Medina han puesto en marcha este espectáculo para cerrarle el paso a Leonel en la carrera hacia las elecciones del 2016. Es falso que tengan interés y voluntad para enfrentar el entramado de la corrupción y la impunidad montado por su propio partido. De cara al 2016 debemos potenciar alternativas políticas con vocación de poder y voluntad democrática, que sean realmente capaces de investigar y enjuiciar a todos los corruptos sin importar las consecuencias.

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