CAMBIAR 16 AÑOS
Luis Abinader basó su campaña en la promesa de cambio. Fue su lema y el eje de sus propuestas.
Cuando un vehículo va en una dirección, y queremos que vaya en dirección contraria, lo primero es reducir la velocidad, y después avanzar en la otra dirección. Así ocurre con la administración de un país, primero hay que ir frenando el desorden, la ineficiencia, la corrupción, etc. Para luego ir en sentido contrario.
Muchos tenían la esperanza de que Luis llegara con una varita mágica, que pusiera fin a los males del país. Confieso que me hubiese gustado que fuera así, pero esta no es la película de Harry Potter. Administrar un Estado es cosa seria.
16 años no se cambian de la noche a la mañana.
Una economía deficitaria basada en préstamos toma tiempo encausarla. Para pagar las deudas primero hay que producir, y eso también toma su tiempo.
Sanear la administración pública no es despedir a todo el mundo. Hay gente que sí hace su trabajo, y que sin importar su militancia política merecen ser respetadas (si queremos un cambio, no podemos actuar igual). Muchos compañeros esperan con ansias por un puesto, pero no es correcto reventar las oficinas públicas con una avalancha de nombramientos.
Luis Abinader es el mejor líder que podríamos tener en la actual situación: un administrador eficiente y conciliador.
Prefiero creer en su palabra y poner mi granito de arena, que desconfiar y ser piedra de tropiezo.
Los buenos dominicanos debemos apostar por el éxito de este Gobierno. Luis ganó con el voto de la mayoría, pero es el Presidente de todos.
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