LLEGÓ PAPÁ
Por Anibita José
“Por la
verdad murió Cristo”. No estoy usando frases religiosas para tratar de
convencer a nadie de esto o aquello. Doy comienzo a este humilde trabajo, con
la frase estandarte que las religiones usan como escudo, cuando necesitan sincerar
a los fieles, con intenciones de agruparlos en una sola idea.
Hipólito Mejía
no tiene necesidad de mendigar “borrón y cuenta nueva”, sus bienes están sujetos
a la transparencia, son bien habidos por lo que no tiene que rendir cuentas a
nadie. No necesita poner en riesgo la vida y el prestigio de su familia, no
tiene ambición ni está amarrado al poder como modo de supervivencia personal.
El bienestar
de su familia es el producto de la unidad y la fe, la seguridad de su fortuna
es el resultado del arduo trabajo, de la constancia y empeño administrativo.
A los
detractores de su figura les molesta la impecabilidad del manejo de sus
inversiones en el campo, en la agricultura, en la producción agrícola, en el
generoso trato a sus trabajadores.
Es fiel y
confiado, cree en los buenos sentimientos del hombre, mas no descarta la traición
como un defecto del ser humano.
Aunque no
anda vendiendo sueños religiosos, cree en Dios y su fe es pura y sincera.
Estuvimos
revisando los titulares de los medios más importantes de prensa, con la intención
de encontrar ataques directos a ex presidentes por parte de sus mismos
correligionarios. Lo que encontramos da vergüenza, da miedo. Leonel Fernández,
todos lo saben, robó como ningún otro en la historia de ningún país de América
y jamás ha sido señalado directamente como responsable de estos desfalcos,
nisiquiera en estos momentos que algunos aspirantes a la candidatura de su
partido están pensando en serio.
Hipólito Mejía,
todos lo saben también, haya robado o no, ha sido víctima de una serie de
ataques orquestados por la mediocridad de algunos ambiciosos, envidiosos,
traidores de su misma organización. El solo hecho de mencionar sus cuatro años
de gobierno para rechazar su precandidatura y tratar de sepultarlo en la
historia como un vulgar ladrón, o como el jefe de una pandilla de delincuentes
o como el líder petrificado en el pasado glorioso de los días del jacho y de Peña.
Esta
precipitada reacción de estos inconscientes ciudadanos es muy bienvenida por la
cuadra morada, ya que justifica las aspiraciones de Leonel, poniendo en juego
la paz y la moral de los dominicanos. Pero la incapacidad no los deja ver más allá,
están enredados en un círculo de concursantes que no representan el triunfo,
que no tienen un programa de trabajo capaz de derrotar al PLD, y no cuentan una
trayectoria de estadidad y gobernabilidad suficientemente sólidas para
mostrarle al pueblo una mejor opción para elegir al nuevo presidente de la nación.
Hipólito
dejó claras sus intenciones de ir a una convención y llegar hasta donde el
pueblo lo quiera. Sus contrincantes exigen pagar a los mercaderes de las
encuestas para ser elegidos.
Hipólito se mostró
convencido de que va a hacer oposición al gobierno y al PLD y que creará un
gobierno de convergencia, en donde todos los sectores y organismos participen.
Sus enemigos solo tienen un objetivo, ser candidatos, sin importarles el resto
de los más de diez millones de dominicanos que esperan ansiosamente le ofrezcan
una oposición más contundente y más unida.
Quizás el
gobierno de Hipólito no haya sido el mejor, pero sus planteamientos, su proyección
y su trayectoria revolucionaria y democrática, son las que le convienen a la nación,
son las mejores.
A mi Hipólito no me ha regalado ni una sonrisa, ni guisé en su gobierno, ni me considero su
amigo, simplemente creo en él, y así como yo, existe una gran mayoría de
dominicanos, que a pesar de los chismes baratos que inventa la gente mala del
PRM, Papá representa el poder y garantiza el liderazgo integro para restablecer
la moral y la justicia.
Y esta es la
verdad, la percepción del pueblo dominicano.
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