FÉLIX EL MAGO
Por JUAN T H
Fran Soto,
pero igual pudo ser Mariano Germán, Hirohito Reyes, Moscoso Segarra o cualquier
otro de la Suprema Corte el encargado de conocer el caso de Félix Bautista, la
sentencia que lo favorece habría sido la misma. No tengo dudas.
Ningún
político investido de juez condenará a su compañero del Comité Central, del
Comité Político o cualquier otro organismos, sobre todo cuando le debe el cargo
que le da 12 guardianes, vehículos de lujo, salarios de lujo, viáticos de lujo,
seguro médico internacional, educación gratis para los hijos en los mejores
centros del país o del exterior, vacaciones pagadas donde las prefiera, etc. (¿Y
es fácil?)
Por esa y
otras razones, no hay cárcel para los grandes gánsteres de la política en el
país. El borrón y cuenta nueva es una institución más poderosa que los poderes
que los engendran.
Francisco
Domínguez Brito, Procurador General de la República, ya no puede volver atrás en sus propósitos de
enfrentar la corrupción, aunque se quede solo -como solo está- en el partido, en el gobierno de Danilo Medina,
en buena parte de los medios de comunicación y de la sociedad.
Pocas veces
en la historia del Ministerio Público un caso había sido tan minuciosamente
investigado como el del senador al vapor de San Juan de la Maguana, Félix
Bautista, un hombre que no tenía dinero para pagar cinco pesos en el comedor de
la UASD, que se atrasaba constantemente en la pensión donde residía, que su
primera declaración de bienes jurada fue de 547 mil pesos, luego 16 millones, y
de repente, de la nada, como un mago sacando palomas y conejos de un sombrero,
en dos años, se presenta como uno de los ciudadanos más ricos de Centroamérica
y el Caribe, involucrado en el patrocinio de campañas electorales en otros
países. (Ni Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, podría hacer tanta magia
como Félix Bautista)
El
Ministerio Público presentó pruebas irrefutables del manejo inadecuado de los
recursos públicos desde su posición en el Palacio Nacional. Se habla, muy conservadoramente,
de propiedades valoradas en más de tres mil millones de pesos acumulados en dos
años, con un salario “miserable” de 57 mil pesos en la Oficina Supervisora de
Obras del Estado. ¿Cómo lo hizo? ¿Cuál fue el negocio?
Ese hijo
putativo de Leonel Fernández, de acuerdo con la Constitución que él mismo
aprobó, tiene que explicar la procedencia y la idoneidad de sus bienes, pues de
lo contrario, como lo establece el artículo 146 irá a la cárcel y sus
propiedades incautadas y devueltas al Estado, es decir, al pueblo a quien en definitiva les pertenecen.
Las pruebas
están ahí en cajas selladas, cuentas bancarias en el país y el extranjero,
aeronaves, edificios, vehículos, mansiones, etc. El expediente es bastante
voluminoso. Una montaña de pruebas en contra del senador al vapor para ganar jurisdicción
privilegiada en la Suprema Corte de Justicia donde están sus compañeros de
partido que él, junto con su padre
Leonel, seleccionaron.
Los derechos
del senador al vapor no han sido vulnerados. Al contrario, se le han respetado
más que a cualquier otro. Y eso lo sabe Fran Soto, Mariano Germán y demás
integrantes del “Comité de Base del PLD” del Palacio de Justicia. A los que les
niegan sus derechos todos los días es a los hijos de nadie, a los que no tienen
jueces en la Suprema ni un padre como Leonel. Las cárceles están abarrotadas de
infelices delincuentes menores. Pero no de políticos ladrones, responsables de
la delincuencia en los barrios marginados.
De algún
modo todos somos responsables de lo que está ocurriendo en nuestro país por
permitir esta anomia social, por no hacer nada, por complicidad, por cobardía.
Nos han robado el país y no hemos hecho nada. Le han entregado el país al
narcotráfico, al lavado, el crimen organizado. Y no hemos hecho nada. Le hemos
entregado el país a gente como los que nos desgobiernan sin levantar un dedo.
Sin establecer un régimen de consecuencias de tal manera que, “el que la haga,
que la pague”, no importa que sea el Mago Félix, el Oso Feroz o el León de la
selva.
Limpio no es el que limpia
Limpio es el que no ensucia
Anibita José
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