LA PRECIPITACIÓN ENVUELVE A DIRIGENTES DEL PRM
Por Ramón Ceballo
La
precipitación no es lo más aconsejable en la toma de decisiones políticas,
sobre todo cuando no se han definido aspectos esenciales que determinarán el
curso de los acontecimientos. Hay enfoques completamente equivocados, y uno de
ellos es priorizar un ambiente mediático que desde fuera influya para lograr lo
que a través del curso normal no se obtiene.
La tesis de
que los dirigentes con cierta divinidad están por encima de las estructuras
orgánicas es una falsa. Digo todo esto, porque en el ambiente político
dominicano, se pretende en éstos últimos años, darle prioridad a determinadas
condiciones en un político por encima de la capacidad de la estructuras de la organización
en la que tiene militancia política.
En el recién
formado Partido Revolucionario Moderno, se han constituido en una especie de
sabelotodo un reducido grupo de dirigentes que sin tener ningún mandato de los
que han decidido asumir el compromiso de integrarse a esa nueva organización,
hoy pretenden cercenar el derecho que tienen los militantes a elegir no solo a
quienes deben dirigirlos, sino a quienes deben ser sus candidatos.
No comprendo cómo es posible que hayan dirigentes que pongan en primer lugar sus
proyectos personales, en lugar del proyecto general que debe de ser en este momento, fortalecer al nuevo partido. Esto solo indica que no les interesa fortalecer el
PRM. Sin partido no hay posibilidad de proyectos personales.
Cuál es la
razón para que aquellos quienes no les interesa dedicarle tiempo a formar las
estructuras de este nuevo partido, porque sus intereses están orientados en
otro sentido, hoy quieran salir un año y siete meses antes de las
elecciones a escoger un candidato usando un método que no figura ni en los
estatutos del partido, ni en el proyecto de ley que dicha organización ha
sometido al Congreso Nacional, para que se convierta en una Ley de partido y
peor aún, entrando en contradicción con la Constitución vigente de la Republica
Dominicana.
Las encuetas
es cierto que pueden indicar una radiografía de un momento político, pero en
nuestro país, el descrédito de las encuestas ha llegado a un nivel tan grande
que hoy por hoy, nadie cree en los resultados que ofrecen, sobre todo, cuando
éstas miden el supuesto nivel de simpatía de un aspirante a una determinada
posición política.
Si
mayoritariamente los perredeístas han decidido abandonar las estructuras del
Partido Revolucionario Dominicano, e integrarse al nuevo PRM, ha sido
básicamente, porque les quitaron el derecho a participar en procesos
democráticos, y transparentes, y ese derecho a elegir en ese viejo partido se
lo han atribuido algunos pseudos dirigentes que solo son peones del dueño del
circo. No creo que los perredeístas van a abandonar un partido e
integrarse a otro donde hagan las mismas prácticas antidemocráticas que ellos
anteriormente criticaron.
Aunque es
cierto que hay muchos integrantes o simpatizantes del PRM, que en el pasado se
han prestado en otras organizaciones donde han estado, sobre todo en el viejo
PRD, para hacer muchas acciones antidemocráticas, en esta oportunidad, no puedo
pensar que dirigentes como el Dr. Hugo Tolentino Dipp, Milagros Ortiz Bosch,
Quico Tabar, Hipólito Mejía, Tony Peña, Cesar Cedeño, entre otros, se
confabulen para matar el aliento de democracia que comienzan a construir y prioricen
una encuesta como método de elección interna.
El que no
cree en la democracia no puede pretender dirigir un partido y mucho menos un
país, a través de métodos antidemocráticos. Espero que no busquen también pedir
la modificación de la Constitución para que ésta establezca que las elecciones son
muy caras y debemos hacer una encuesta usando firmas tan desacreditadas como
Asisa, Gallop, etc.
Si buscan
que este nuevo partido inspire confianza y credibilidad en la sociedad, los
dirigentes deben dar muestras de que son sinceros, y transparentes, y sobre todo
que trabajan para que el PRM sea diferente a los partidos tradicionales. Solo
tendrán moral para impulsar la unidad si son capaces de asumir una orientación
correcta, fruto de una discusión participativa, donde las decisiones reflejen
una expresa voluntad democrática de los dirigentes “superiores” con la
participación de los dirigidos.
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