"La suerte del PRD"
Por: MIGUEL GUERRERO La división definitiva del PRD parece inevitable a la luz del
fracaso de los más recientes esfuerzos de reunificación y con ello
quedaría sellada su suerte en las elecciones del 2016, a despecho de quiénes
sean sus candidatos a la presidencia, al Congreso y a los municipios. La
victoria de un sector sobre el otro, sin importar el porcentaje en que se
sustente, no variaría los resultados. Por esa razón, al nivel actual de
confrontación, la búsqueda de una salida por los medios institucionales, como
una convención por ejemplo, sólo conseguiría profundizar las diferencias,
alejando toda posibilidad de entendimiento.
Aunque todas las iniciativas de reunificación han fracasado hasta ahora, la única solución posible radica en un acuerdo honorable para las partes, en el que ninguna de ellas se sienta lastimada o vencida. Ello implicaría concesiones mutuas que al parecer no estarían dispuestas a concertar, bajo la falsa premisa de que imponerse a la otra parte significaría la victoria, lo que no sería suficiente para cohesionar al partido con vista a las elecciones del 2016.
Si lo que se quiere es el colapso del PRD, el triunfo de un sector sobre el otro, la convención en las circunstancias actuales sería el sendero más seguro y corto para lograrlo; una estocada de muerte a toda posibilidad de arreglo, a despecho del padrón que se utilice para celebrarla. No se trata únicamente de rescatar las posibilidades de un partido, sino de garantizar una oposición real y plantear una opción electoral que encare el peligro de un sistema de partido único que ponga en peligro las libertades pública y la institucionalidad democrática del país.
El descalabro del PRD se llevaría consigo a todas las partes involucradas en el conflicto y cubriría a la nación con un manto de incertidumbre, con serias amenazas al orden público y a la estabilidad social. Eso en realidad es lo que está en juego en esa crisis.
Aunque todas las iniciativas de reunificación han fracasado hasta ahora, la única solución posible radica en un acuerdo honorable para las partes, en el que ninguna de ellas se sienta lastimada o vencida. Ello implicaría concesiones mutuas que al parecer no estarían dispuestas a concertar, bajo la falsa premisa de que imponerse a la otra parte significaría la victoria, lo que no sería suficiente para cohesionar al partido con vista a las elecciones del 2016.
Si lo que se quiere es el colapso del PRD, el triunfo de un sector sobre el otro, la convención en las circunstancias actuales sería el sendero más seguro y corto para lograrlo; una estocada de muerte a toda posibilidad de arreglo, a despecho del padrón que se utilice para celebrarla. No se trata únicamente de rescatar las posibilidades de un partido, sino de garantizar una oposición real y plantear una opción electoral que encare el peligro de un sistema de partido único que ponga en peligro las libertades pública y la institucionalidad democrática del país.
El descalabro del PRD se llevaría consigo a todas las partes involucradas en el conflicto y cubriría a la nación con un manto de incertidumbre, con serias amenazas al orden público y a la estabilidad social. Eso en realidad es lo que está en juego en esa crisis.
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