Cardenal, Usted, Ni la Indolente Oligarquía Dominicana, son la República Dominicana


                   
                           Nicolás López Rodríguez




Por Miguel Espaillat Grullón





Señor Cardenal Nicolás López Rodríguez, recuerde, que tal como dijo Aristóteles, "Un montón de gente no es una república".    
¿Por qué, esta cita?

Las ediciones de los periódicos dominicanos, en varias oportunidades, desde hace mucho tiempo, han venido reseñando en sus primeras páginas, las declaraciones del Cardenal López Rodríguez, donde muy enojado, insulta a todos los que se oponen a sus criterios y pareceres.
Así, hemos visto a este cardenal, tachar de perversos, sin escrúpulos, de viles calumniadores, de recibir millones de euros y dólares para desprestigiar y destruir a la Iglesia católica, a los periodistas, que simplemente informaron en sus periódicos de las concupiscencias y desviaciones pedófilas de nuncios y curas de su grey.
Por otro lado, a los miembros de cualquier organización que le haga oposición, los tilda de farsantes, vagamundos, comediantes y perversos; por igual, ironiza y desacata la sentencia de un juez, cuando le da la gana, y a cualquiera que escriba contra sus ideas, le llama chupa tinta, y al pueblo pobre, chusma.
Esta semana, siguiendo ese patrón de conducta, el cardenal ha arremetido contra todos los que se oponen a la sonada sentencia 0168/13 del Tribunal Constitucional, haciendo acusaciones a diestra y siniestra, asegurando, que los impugnadores son unos charlatanes y embusteros, una caterva y plaga” de ONGs y un grupo de gente dedicadas, mandadas y pagadas para desprestigiar a la República Dominicana; incluso, en esta ocasión, el cardenal se ha revelado contra miembros de su misma iglesia, como lo son, los de la Conferencia Dominicana de Religiosos (CONDOR), quienes emitieron un comunicado criticando esa sentencia.
Pero sucede, que este mismo Cardenal, el 20 de mayo pasado, se pronunció contra la sentencia de un tribunal de la república, que rechazó un Recurso de Amparo interpuesto por su Iglesia contra Profamilia, pero ahora, para defender la referida sentencia del Tribunal Constitucional, invoca la soberanía jurídica de la república, a la que todo el mundo, según él, tiene que respetar, aseverando a la vez, que nadie, absolutamente nadie, ni su Iglesia, está por encima de un tribunal de la república, en este caso, el Tribunal Constitucional. (Fin de las citas)
Pues bien…
Wikipedia, nos da el concepto de lo que es una república con los términos siguientes:
“República en sentido amplio, es un sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley, y la igualdad ante la ley, como la forma de frenar los posibles abusos de las personas que tienen mayor poder en el gobierno y de las mayorías, con el objeto de proteger los derechos fundamentales de todos, entre ellos, los derechos humanos y las libertades civiles de los ciudadanos, de lo que no puede sustraerse nunca, un gobierno legítimo”.
“No debe confundirse república, con democracia, pues aluden a principios distintos: la república es el gobierno de la ley, y la democracia el gobierno del pueblo”.
“Lo cierto es, que una república, está fundamentada en el imperio de la ley, y no en el imperio de los hombres.  Una república es, de este modo, un sistema institucional independiente de los vaivenes políticos, y en la cual, tanto los gobernantes como los gobernados, se someten por igual a un conjunto de principios fundamentales, normalmente establecidos en una constitución, para lograr la realización de la justicia y del bien común”.
Esta misma enciclopedia, informa de la república Ateniense lo siguiente:
“Aunque República significara la cosa pública, no todos podían participar de esa cosa pública.  La llamada democracia ateniense, no lo era en el mismo sentido, ni en la misma forma que tiene actualmente la democracia. En realidad, las polis griegas estaban gobernadas por la aristocracia (aristoi, "los mejores"), y sólo los ciudadanos (y no todos los miembros del pueblo eran ciudadanos), participaban en las discusiones del ágora.” (Fin de la cita extraída de Wikipedia)
¿Por qué inserto en este artículo, esta cita?  Para responder a esta pregunta, traigo de nuevo a colación, el famoso concepto de Aristóteles sobre lo que es una república, que reza: “Un montón de gente no es una república".
Ahora bien, tomando en cuenta ese concepto, y el de los diccionarios jurídicos y de la Real Academia, yo le pregunto al cardenal López Rodríguez o a cualquier jurista dominicano, o a un emigrante dominicano por causas económicas, o a cualquier dominicano o dominicana excluido y marginado, que hoy está pasando las de Caín en su suelo patrio, ¿es la llamada Republica Dominicana, verdaderamente una República?
En este sistema de “gobierno republicano” que tenemos, ¿se protegen los derechos fundamentales, los derechos humanos y las libertades civiles de los ciudadanos?
¿Se cumplen en nuestro país, los requisitos formulados para la existencia de una República?  Es decir, ¿rige en nuestro país el imperio de la ley y la justicia, o se impone el poder de algunos hombres? ¿Todos nuestros ciudadanos son iguales ante la  ley? ¿Tenemos el gobierno del pueblo y para el pueblo, o por el contrario, tenemos el  gobierno de una minoría, para un grupito?
Un país como el nuestro, sin respeto a la condición humana, atrapado por el narcotráfico, hundido en la pobreza y la anarquía, azotado por la discriminación y la exclusión social, abatido por la delincuencia y la impunidad, preso de una clase indolente e insaciable de poder y riquezas, sin justicia para los desposeídos, un país deinstitucionalizado, y donde todo es un desorden mayor, ¿se puede decir de un país así, que es una república, y por demás soberana e independiente?
Los conceptos y preguntas anteriores, cobran lógica, porque analizados los gobiernos que hemos tenido y tenemos, estos, más bien parecen ser una imitación del modelo de la democracia ateniense, donde el poder, estaba en manos de la reducida aristocracia que lo usufructuaba a sus anchas.  
Pero también, si analizamos las condiciones de miserias e iniquidades en que vive nuestro pueblo, donde  sólo vive bien, unos cuantos privilegiados, no hay que hacer mucho esfuerzo, para darnos cuenta, de que verdaderamente la “Republica Dominicana” solo existe de nombre.
Bajo las anteriores premisas, los que denunciamos al mundo las barbaridades que cometen contra la mayoría nacional, un puñado de abusadores, constituidos en dueños absolutos del poder y de las riquezas del país, no estamos desacreditando a la “republica” como sostiene el cardenal, y los comunicadores pagos por estos sectores de poder, porque como ya hemos afirmado,  un grupo no es la república,  sino, que con esta denuncia buscamos hacer justicia, pues callar, o sumarnos a las campañas de retorcimientos y ocultación de la verdad, sería hacernos cómplices de esa claque y de sus parásitos, ambos, explotadores del pueblo llano.  
El cardenal López Rodríguez, simbiótico de esas clases, ha negado repetidamente y de manera acalorada, que los colonos azucareros mantuvieran en condiciones de esclavitud a los braceros haitianos, dominicanos y dominico-haitianos.  De igual manera tapó, la pederastia en su iglesia, para no afectar el prestigio de esa milenaria institución; ahora por igual, para encubrir a las clases económicas que han hecho fortuna en base a  la explotación inmisericorde de seres humanos vulnerables por su baja condición social, pero que apadrinan su iglesia, rechaza, que se esté cometiendo una injustica con sentencia 0168/13, que niega la nacionalidad dominicana a personas de descendencia haitiana, nacidos aquí, cuando la constitución anterior al 26 de enero de 2010, les establecía ese derecho. 
Ahora, para ganar adeptos a esta sentencia, los “nacionalistas” en una labor de manipulación subliminal, están vendiendo la idea, de que los haitianos y sus descendientes son malagradecidos, porque según ellos, no agradecen la solidaridad y asistencia que les prestamos, cuando fueron víctimas del terremoto en enero del 2010, con lo que también pretenden, borrar los casi cien años de explotación a que esos seres humanos han sido sometidos por nuestros industriales azucareros y otros empleadores.
También, este cardenal y su claque, invocan la Soberanía Nacional para imponer su injusta sentencia, pero esta soberanía, nunca la han invocado frente al vaticano, que tanta injerencia tiene en nuestros asuntos internos, vía el Concordato.  Tampoco invocan esta soberanía, frente a las potencias extranjeras que saquean nuestras riquezas y mantienen una injerencia constante en nuestros asuntos internos, y que por demás, hasta nos invaden militarmente cuando les da la gana.
Ante la ponencia anterior, sólo me resta decir, señor cardenal… siga su camino, que los que estamos contra esa sentencia, la seguiremos impugnando, por infame, por sucia, por maligna, por racista, por xenófoba, por violenta, por descabellada, por segregacionista, por discriminatoria, por excluyente, por ser un engendro de mentes diabólicas, por violatoria a nuestra constitución, y sobre todo, por injusta, cruel e inhumana, y porque sabemos que la misma persigue un fin político-electoral, bien perverso.


Miguel Espaillat Grullón.
Ingeniero agrónomo, abogado, escritor


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