Los inmigrantes haitianos ¿vienen a “quitar” algo a República Dominicana?



La Encuesta Nacional de Inmigrantes 2012 (la única fuente de información sobre inmigración en República Dominicana, gracias a la colaboración ONE, las Naciones Unidas y la Unión Europea), los inmigrantes en el país aportaban alrededor del 5.4% del PIB, esto es unos 3.300 millones de dólares. El 87% de los inmigrantes en el país son haitianos y haitianas, y ganan en promedio la mitad del salario que percibe el otro 13% de inmigrantes no haitianos establecidos en República Dominicana.

La suma del gasto público en salud y en educación (excluida la universidad), en el año 2015, ha sido aproximadamente 3.955 millones de dólares. Según estimativas de los ministerios de Salud Pública y de Educación dominicanos, los inmigrantes haitianos y los haitianos en tránsito se benefician con un gasto total anual cercano a los 150 millones de dólares. 

En resumen, los haitianos y haitianas inmigrantes aportan económicamente al país el equivalente al 72,6% de todo lo el Estado destina al gasto en salud pública y educación pública no universitaria. Mientras tanto apenas se benefician con un 2,9% del gasto social. ¿Bajo esas condiciones puede sostenerse que las atenciones en salud y educación que reciben los inmigrantes haitianos son una pesada “carga” para los dominicanos?

Haití es el único país con el cual República Dominicana tiene balanza comercial positiva, vendiendo a ese mercado unos 2.000 millones de dólares anuales. En 2010, los haitianos que vivían en el exterior mandaron a su país 1.300 millones de dólares, alrededor del 25% del PIB de su país de origen. Los haitianos vienen a República Dominicana a producir riquezas en la economía local, y también a enviar remesas. Igual que los dominicanos migrantes, que en 2013 mandaron al país remesas por 4.200 millones de dólares, el 63% desde Estados Unidos y Puerto Rico. A los inmigrantes haitianos (como a ningún otro en ninguna parte del mundo) jamás les ha interesado ni nunca han ejercido un “plan de destrucción” de su fuente de bienestar o supervivencia. No cabe duda que esos 1.300 millones de dólares que regresan a Haití bajo la forma de remesas, son vitales para ser actualmente los segundos compradores de productos dominicanos en el mundo, sólo superados por Estados Unidos.

El muro fronterizo o el negocio de la demagogia en República Dominicana 

¿Por qué el empeño en tratar de deshumanizar y criminalizar a los inmigrantes haitianos? ¿Por qué insistir en la inmigración para explicar el déficit de los servicios públicos en República Dominicana?

¿Qué decir sobre todos los dominicanos ahogados y comidos por tiburones en el Canal de La Mona acaso tratando de “invadir Puerto Rico”? ¿Cómo no hablar de los cientos de jóvenes dominicanos que se incorporaron en la invasión norteamericana en Irak y Afganistán, muchos de ellos hoy muertos, buscando como recompensa la ciudadanía prometida por George W. Bush en su War on Terror

Sobre este fardo de prejuicios y conceptos alienantes, un grupo de dirigentes políticos, congresistas, periodistas y hacedores de opinión han decidido pedirle a la ciudadanía un millón de firmas para apoyar la construcción de un muro fronterizo que separe ambos países.

Un reciente reporte del Observatorio Político Dominicano detalla cómo en las cinco provincias que hacen frontera con Haití, “el 53% de los hogares aún usa letrina y peor aún, el 17% no tiene ningún tipo de servicio sanitario. En cuanto al combustible que utilizan para cocinar, el 23% todavía cocina en leña y el 10% con carbón. El 64% de los hogares de la frontera no tiene servicio de agua dentro de la casa, el 48% tiene paredes construidas de madera u otro material de menor calidad y 14% posee piso de tierra. De igual forma, el 17% de las viviendas no tiene acceso al suministro público de energía eléctrica, por lo que sus habitantes tienen que suplir sus necesidades de alumbrado con el uso de lámparas de gas (propano o kerosene) o abastecerse de una planta eléctrica propia”.

En cuanto a desarrollo productivo y fuentes de empleo, pese a que existe una ley desde 2001 con amplios privilegios para quienes inviertan en esa zona, tan sólo 95 empresas se han acogido e instalado allí, generando menos de 10 mil puestos de trabajo. En las provincias de Independencia y Bahoruco, los empleos en aquellas empresas acogidas a la ley de desarrollo fronterizo no representan más que 2% o 1% del total de las personas ocupadas. Hay que decir que 74% de esos puestos son ocupados por dominicanos; por lo cual, la presencia de fuerza de trabajo inmigrante no es la variable determinante en la miseria generalizada y la falta de empleos decentes, estables y bien pagados.

Un muro de hormigón armado y 6 metros de altura que cubra los 382 kilómetros lineales de frontera domínico-haitiana, costaría a razón de 5.225 pesos el metro cuadrado, en total unos 12 mil millones de pesos, esto es: 260 millones de dólares. Esta es prácticamente la misma cifra que el sector privado ha invertido en crear empresas en la zona fronteriza entre 2001 y 2015; el 80% de todo el apoyo en exenciones tributarias que el Estado y el pueblo han dado para estimular la instalación de empresas en esas cinco provincias; el 60% del presupuesto del Ministerio de Defensa; el 37% del presupuesto anual de todo el Ministerio de Interior y Policía; 52 veces el presupuesto anual del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza; 18 veces el presupuesto anual de la Dirección General de Migración; prácticamente el 50% de todo el gasto nacional de 2015 en construcción de nuevas escuelas públicas; un 50% más que todo lo que el Estado gastará este año en viviendas y servicios comunitarios a nivel nacional. El equivalente a 1 millón de veces el costo de la canasta básica de sobrevivencia de los que viven en condiciones de pobreza en República Dominicana. Todo eso destinado a un muro que atravesará cinco provincias donde hay más letrinas que sanitarios, más cubetas que acueductos y más ranchetas que casas dignas. 

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