Un poco de la historia sangrienta de Venezuela

  • El 4 de febrero de 1992 se produjo un intento de golpe de Estado dirigido por Hugo Chávez, Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos, Jesús Urdaneta y otro grupo de militares

Un militar de boina roja y camuflado apareció por primera vez en televisión la madrugada del 4 de febrero de 1992. En su discurso de pocos minutos comentó que los objetivos que se plantearon no habían sido logrados “por ahora”. “No logramos controlar el poder”, dijo. El golpe de Estado dirigido por cinco batallones del Ejército nacional contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez había fracasado, pero la percepción de una sociedad agotada se volcó ante la imagen errónea de salvación. En ese instante, con esa pequeña frase, el espectro político venezolano se modificó hasta el día de hoy. El principal responsable de la intentona fue Hugo Rafael Chávez Frías, quien 6 años después asumió la presidencia de la República gracias a un indulto. Sobre él cayeron los ojos y las discusiones, mientras los muertos de esa noche, incluso hoy, se mantienen en el olvido. Algunos medios de la época reseñaron que la cantidad de muertes oscilaba entre 39 y 100 personas. Sin embargo, una investigación hemerográfica de Runrunes constató que hubo un total de 31 fallecidos. En las zonas cercanas a Miraflores se reconocen, de una u otra forma, los vestigios de este hecho. Además, el discurso ideológico implantado por el chavismo años después se encargó de repetir hasta la saciedad supuesta bienaventuranza de un delito. 

El fracaso militar de la “intentona” se descubrió al día siguiente, pero el éxito político ocurrió con la visibilización de los responsables. En la década de los noventa, mientras los años de la algarabía petrolera se agotaban y la resaca era el dolor social que se mantenía, la figura de Hugo Chávez comenzó un camino político en el país y, además, revivió los delirios de orden y progreso de las antiguas dictaduras militares. “En Venezuela se creía que los militares podían desarrollar un gobierno de corte desarrollista como el del general (Marcos) Pérez Jiménez (de 1952 a 1958). La gente tenía la ilusión de que un gobierno militar iba a repetir eso», comentó Fernando Ochoa Antich, Ministro de la Defensa en 1992, 

Radiografía de un golpe de Estado 

Cada situación es el resultado de su contexto. En los años ochenta el rentismo petrolero de las décadas pasadas, en las cuales las perspectivas de la vida en Venezuela eran mitificadas, no era capaz de cumplir con los gastos de la nación. El precio internacional del crudo había disminuido y el descontento popular se acrecentaba una y otra vez. Ante esta situación Carlos Andrés Pérez, presidente entre 1974 y 1979, una época de bonanza en el país, vuelve al cargo en 1988 después de una extensa elección popular. 

4 de Febrero de 1992 y las secuelas de un golpe a la democracia
4 de febrero de 1992

El país esperaba un reajuste a los problemas económicos, pero la realidad había cambiado en los años entre 1979 y 1988 y el Estado, manchado por actos lascivos y de corrupción, era insuficiente. Esto produjo el descontento nacional que se materializó en el estallido social que se denominó El Caracazo de 1989. Entre disturbios, saqueos, incendios y caos murieron, según cifras oficiales, 276 personas. Sin embargo, otras investigaciones presentan como resultado más de 3.000 fallecidos.

La sociedad venezolana para la época veía con un talante sombrío el futuro de la nación. El Caracazo se convirtió en el reflejo de todos los argumentos para un estallido militar y la noche del 3 de febrero de 1992, ante el regreso del presidente de ese momento Carlos Andrés Pérez, que se encontraba reunido en el Foro Monetario Internacional en Davos, Suiza, un grupo de militares insurgentes, con el ideario de la Revolución Cubana, decidió atacar el poder democrático de Venezuela. El primer golpe al establecimiento de la democracia en Venezuela, ejemplo del resto del continente, ocurrió ese día.

4 de Febrero de 1992 y las secuelas de un golpe a la democracia
4 de febrero de 1992. Foto: Harold Escalona

La sociedad venezolana para la época veía con un talante sombrío el futuro de la nación. El Caracazo se convirtió en el reflejo de todos los argumentos para un estallido militar y la noche del 3 de febrero de 1992, ante la llegada del presidente de ese momento Carlos Andrés Pérez, que se encontraba reunido en el Foro Monetario Internacional en Davos, Suiza, un grupo de militares insurgentes decidió atacar el poder democrático de Venezuela. El primer golpe al establecimiento de la democracia en Venezuela, ejemplo del resto del continente, ocurrió ese día. 

A las 11:30 pm Carlos Andrés Pérez comunicó que el palacio de Miraflores era atacado por un grupo de tanques. El efecto sorpresa, según Ochoa Antich, se perdió y el presidente pudo salir por uno de los pasadizos del edificio. “Le dije al presidente que la situación es muy delicada y que la única solución es que se dirija al país por televisión. Que saliera por alguno de los túneles (…) El primer mensaje del presidente impactó mucho al país y a los alzados. La desmoralización comenzó inmediatamente porque el objetivo era detener y matar al presidente”, dijo Antich. 

El mensaje transmitido por Carlos Andrés desde el canal privado Venevisión decía lo siguiente: “Debemos decir con toda claridad que las fuerzas armadas venezolanas están junto a su presidente y su comandante en jefe. Son grupos ambiciosos los que han hecho esta criminal tarea de destruir la democracia”.

4 de Febrero de 1992 y las secuelas de un golpe a la democracia
4 de febrero de 1992

Los puntos de control de Hugo Chávez y Joel Acosta Chirinos fueron el Museo Histórico Militar de La Planicie y la base aérea Generalísimo Francisco de Miranda en La Carlota, pero los enfrentamientos más fuertes se produjeron en La Casona y el palacio de Miraflores. La incertidumbre se adueñó de la madrugada caraqueña y, también, en los demás estados con insurrección golpista. 

La rendición total de las tropas insurgentes en Caracas se completó a las 4:00 pm del 4 de febrero de 1992. Algunos testimonios de ese día relatan la verdad de lo ocurrido y se enfrentan, desde su vivencia, al discurso de una heroicidad insustentable en los anales de la historia: los golpistas en las horas de la madrugada se resguardaron en algunos edificios cercanos a Miraflores y otros en los bloques del 23 de Enero. 

“Era de madrugada, aún faltaba más de una hora para amanecer. Los militares recibieron la orden de reducir a los insurrectos que estaban enconchados en varios bloques del 23 de Enero. Eran civiles miembros de bandas autodenominadas ‘revolucionarias’, de las que hoy integran los colectivos, que participaban en la insurrección. Perseguidos por las fuerzas armadas, se metieron en los bloques. Se suponían que bajarían seguidos por la multitud, pero al no lograr esto optaron por secuestrar a la gente en sus casas”, comentó un testigo anónimo a el Estimulo.

En el relato de este testigo aparece el rostro maligno, no idealizado, de los hechos militares. En un momento uno de los vecinos, ante la situación de peligro, les gritó “desgraciados” y uno de los golpistas tomó su fusil y le disparó. “Todavía falta mucho por saberse”, agrega. 

4 de febrero de 1992

Ahora, aunque Hugo Chávez se entregó a las 4:00 pm de ese día, en el interior del país los enfrentamientos continuaban. Francisco Arias Cárdenas había tomado la casa del gobernador del estado Zulia para proclamarse como gobernador militar. La tensión aumentaba y Carlos Andrés Pérez dio permiso para el comunicado de rendición total expuesto por Hugo Chávez. Le dijo a Ochoa Antich que lo grabara, pero la presión del enfrentamiento era inminente y este último decidió dejarlo hablar en vivo a todas las televisoras nacionales. En ese momento, Chávez comunicó el reconocido “por ahora”, última estocada para el inicio del fin de la democracia en Venezuela. “Yo fui el responsable, lo autoricé, me equivoqué», dijo Ochoa Antich. 

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