De Israel y la Franja de Gaza: Una reflexión

Es muy probable que algunas personas que hacen comentarios sobre esta tragedia no hayan visto con sus propios ojos los estragos de las guerras. 
Yo los he visto frente a mi desde 1979 cuando empecé a aplicar mi trabajo en el Hospital de Veteranos en Puerto Rico a sobrevivientes de Corea y Vietnam, en especial miembros del honroso Regimiento Boricua 65 de Infantería, y en años recientes, por igual, a sobrevivientes de los conflictos del Golfo Pérsico, Irak y Afganistán, en el marco de instituciones médicas en los Estados Unidos. 
Hace algún tiempo atendí en New Jersey a un joven estadounidense de 28 años de edad. Un reclutador militar fue a su universidad a ofrecer villas y castillas. Lo convencieron, lo reclutaron y con un muy breve entrenamiento militar lo enviaron al frente de batalla en Afganistán.
Allí fue gravemente herido y por suerte logró sobrevivir.
Sentado frente a mí, llorando desconsoladamente me decía:
“¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí, si yo tenía una vida por delante?
Yo quería tener una familia y ahora no puedo.”
A lo largo de 35 años he visto miles de vidas y familias destruidas por las guerras y de ellas aprendí una inmensa verdad:
En las guerras no hay vencedores ni vencidos.
Solo hay víctimas.
Para ninguna persona, la vida vuelve a ser igual después de participar en el más espantoso acto de barbarie que podamos cometer los seres humanos, como lo es una guerra.
Aunque los emporios que manipulan la información tratan de ocultarlo, actualmente hay un mayor número de soldados estadounidenses que están muriendo por actos de suicidios y otras situaciones que los que han muerto en el frente de batalla en los recientes conflictos bélicos y esto como consecuencias del estrés postraumático. Ni decir de las terribles situaciones que están viviendo sus familias y la pobrísima calidad de servicios de salud que están recibiendo.
Esto puedo decirlo con conocimiento de causa.
Si esas situaciones las viven aún los soldados de la mayor potencia militar que son los Estados Unidos, ¿qué queda para la población civil de otros países que no tienen recursos? No hay palabras que puedan describir sus tragedias.
No importa cuán profundas sean las diferencias, tiene que haber una forma para que todos los bandos en conflicto puedan sentarse frente a frente en la mesa del diálogo.
Ya basta de buscar culpables, es el tiempo de encontrar soluciones y construir la paz.
La guerra es el fracaso más dramático de la condición humana.

Alejandro José


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