LOS PRESIDENCIABLES DE DANILO

Por JUAN T H  /  Pasábamos justo frente al Palacio Nacional cuando mi hijo Juan Karlos, que en ese momento tendría seis o siete años (pronto cumplirá 29) me preguntó qué había que estudiar para “ser presidente de la República”. La pregunta me tomó por sorpresa. No tenía una respuesta. Al cabo de unos segundos de reflexión le dije: ¡Nada! ¿Cómo que nada? Preguntó. No hijo, nada. Volví a decirle…
Las universidades gradúan politólogos. Es decir, científicos de la política. Ocurre lo mismo con la poesía. Las universidades gradúan literatos, pero no poetas. Nadie es, ni ha sido, doctor o licenciado en poesía. Nadie se ha graduado de doctor en Presidente de un país.
Mi hijo Juan Luis, de once años, se considera líder. A veces dice ser una leyenda. Le dije en broma que podría algún día ser Presidente de la República. Papi, no puedo dirigir a mis amigos del curso, ¿cómo voy a dirigir el país?  Me reí solo.
¿Qué debe estudiar o haber estudiado un Presidente de la República? ¿Qué condiciones debe tener una persona para alcanzar ser el primero entre sus iguales? Se supone que el Presidente de un país debe tener algunas cualidades especiales, algún mérito,  liderazgo, carisma, ángel, conocimiento,  experiencia, militancia partidaria,  etc. (No solo dinero porque si así fuera el Presidente fuera apellido Vicini o Corripio)
El país ha tenido de Presidente toda clase de sujetos: intelectuales,  patanes, canallas, dictadores, déspotas, analfabetos funcionales, generales, asesinos, etc. El azar y las coyunturas han jugado un rol estelar. (El azar, según Marx, tiene una categoría histórica. Leonel lo sabe de sobra)
Durante muchos años los “Presidentes”  iban y venían como vendaval sin rumbo. Es por eso tal vez que todavía cualquier carajo a la vela con influencia política y dinero, bien o mal habido, -no importa- puede comprar la condición de “presidenciable” en los medios de comunicación y en algunos segmentos de la población empobrecido y embrutecido.
Al igual que en el pasado, un “presidenciable” no es resultado de la militancia política en tal o cual partido, de la experiencia, del estudio, de la vocación de servicio, del sacrificio, del escalafón. No, nada de eso importa.
“Presidenciable” hoy es cualquier amigo del Presidente.
“Presidenciable” es cualquier ministro con “cuarto” para comprar voluntades en el partido y  en los medios de comunicación.
Para enfrentar a Leonel Fernández en la lucha interna del PLD el grupo de Danilo Medina busca con desesperación  un “Presidenciable” que no sea, por supuesto, ninguno de los que se han lanzado al ruedo.
Danilo ya no es Presidenciable porque es Presidente. Elemental, ¿no? Aunque quiera no puede reelegirse; primero porque la Constitución lo prohíbe, y segundo, porque la correlación de fuerza  no lo favorece. Es por eso que busca alguien que lo sustituya. Pero nadie, hasta ahora,  tiene el liderazgo, ni el prestigio  para convertirse en “presidenciable” aún a costa del presupuesto de la nación o de un ministerio en particular.
Un candidato  no se crea de la noche a la mañana. Y menos en un partido como el PLD. Y eso Danilo lo sabe mejor que nadie.
Si el candidato presidencial del PLD es Leonel, como parece ser, a menos que el tema de la corrupción lo impida,  como puede ser, la Convergencia que patrocina el sector mayoritario del PRD que encabezan Hipólito Mejía  y  Luis Abinader con otras fuerzas políticas, tiene inmensa posibilidad de alcanzar el poder en el 16.




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