Atención dominicanos, por los “peligros del nacionalismo”

Danilo MedinaPor Carlos Morel    Es muy común que el nacionalismo se use para disfrazar la realidad, y prueba de eso es el discurso del presidente Medina ante la segunda cumbre de la CELAC.

“Por ‘nacionalismo’ quiero referirme primero al hábito de asumir que los seres humanos pueden ser clasificados como insectos y que grupos enteros de millones o decenas de millones de personas pueden razonablemente ser etiquetadas como “buenas” o “malas.” Pero en segundo lugar y esto es mucho más importante- quiero referirme al hábito de identificarse uno mismo con una determinada nación u otra unidad, colocándola más allá del bien y del mal y reconociendo ningún otro deber que el de apoyar sus intereses”.

George Orwell


Es muy común que el nacionalismo se use para disfrazar la realidad, y prueba de eso es el discurso del presidente Medina ante la segunda cumbre de la CELAC. En las redes sociales la alocución del presidente han despertado un fervor nacionalista, y muchos celebran la defensa de la soberanía dominicana ante diplomáticos extranjeros “mal informados” y “mal informantes” que buscan “imponer a la República Dominicana una política migratoria”. Pero la realidad es mucho más compleja que lo que presenta el discurso del presidente, y debemos evitar a toda costa que el fervor nacionalista tan utilizado por el Sr. Medina nos ciegue ante una realidad marcada por el racismo, la desnacionalización y otros abusos contra los derechos humanos. De apegarnos a esta ola de neo-nacionalismo puede resultar no solo en una expansión de los abusos, sino en una pérdida total de la soberanía del pueblo, no en manos de enemigos extranjeros, sino de amos dominicanos.
Veo importante exponer ciertas realidades que nuestro presidente parece ignorar en su discurso, a pesar de aludir directamente a ellas:
En la primera parte del discurso, nuestro presidente hace casi una confesión acerca de la situación precaria de los haitianos en R.D. Explica que existe más de un millón de haitianos residente en el país, y la mayoría “son ilegales”. Explica también que estos “ilegales” no son acosados por las autoridades de migración y que son la gran fuerza laboral del sector agropecuario y de construcción. Sin embargo, ¿Acaso no ocurren todas las semanas deportaciones masivas de inmigrantes haitianos en nuestro país? Más aún, ¿realmente tienen estos trabajadores migrantes los mismos derechos que los dominicanos y los mismos sueldos? En tal sentido, tenemos que aceptar una realidad: La mano de obra migrante, beneficia mucho más a los empresarios que la emplean, que lo que se benefician los propios inmigrantes. Esto así, porque los inmigrantes tienen menos posibilidades de ejercer sus derechos laborales, y cobran salarios menores.
Hablando también de derechos humanos, nuestro Presidente hace alusión a la famosa sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional y la defiende, diciendo que están confundidos aquellos que entiendan que la sentencia tiene carácter retroactivo, pues en lo relativo a la nacionalidad nuestras constituciones siempre han dicho lo mismo. No pretendo hacer aquí un análisis de la sentencia, pero sí puedo decir que no fue hasta el 2010 que nuestra Constitución claramente estableció –como excepción- que los hijos de inmigrantes ilegales no adquirían la nacionalidad dominicana. La sentencia, a pesar de lo que mucha gente cree, no afectaba a haitianos, sino a dominicanos que se la ha quitado la nacionalidad. No importa que ellos tuvieran acceso a la haitiana, la realidad es que efectivamente hemos desnacionalizado a un grupo de personas. Por ello, es menester deplorar que la forma de actuar de la comunidad internacional ha reforzado la errada idea de que la sentencia afecta a inmigrantes haitianos, oscureciéndose más la realidad de que es a ciudadanos dominicanos a quienes se les ha violado sus derechos.

“La realidad, es que el mayor peligro a la soberanía no se encuentra en Haití o en el CARICOM, si no entre nuestros políticos”.

El Presidente Medina también pretende defenderse de las acusaciones de racismo alegando que un país donde más del 80% de la población es negra o mulata no puede ser racista. No obstante, olvida el mandatario, que este es un país en el que se pretende negar sus raíces africanas, y exagerar las indígenas con tal de esconder nuestra negritud. Nuestros estándares de belleza tienen una tendencia a poner los blanco por encima de lo negro, el cabello crespo o rizo lo llamamos “malo”, y cuando hay una persona blanca se casa con una negra hablamos de que “está dañando la raza”. A través de nuestra historia se ha hecho un esfuerzo conciente desde las élites para “blanquear” nuestra sociedad, como si los negros son solo los haitianos, y nosotros somos españoles o indios. Además, y si en verdad son cosas de la historia, tuvimos 31 años de una dictadura que claramente quería “blanquizar” la raza, y cometió uno de los abusos a derechos humanos más horribles que ha visto nuestra isla. Contrario a los que afirma Medina, la historia de nuestro país está llena de abusos a los derechos humanos cometidos por los propios dominicanos.
El Presidente Medina, como muchos que apoyan su discurso, habla de la importancia de la soberanía nacional. ¿Pero de que vale una soberanía que no reside en el pueblo? El nacionalismo es un discurso muy amigo de las élites que pretenden menoscabar la democracia. El llamado a la soberanía y a la determinación nacional no puede servir como una excusa para violación de derechos humanos. Más aún, una sentencia como la del Tribunal Constitucional, al violentar el Estado de Derecho y a quitarle la nacionalidad a dominicanos, socava la soberanía nacional. Si se le permite a los órganos del Estado ponerse por encima de la Ley con la excusa de proteger la nación y la identidad dominicana, ¿qué nos asegura que no van a seguir usando este poder para sus propios fines? Me gustaría que el Presidente Medina hablara del peligro a la soberanía que existe con la dominación que mantiene el Partido de la Liberación Dominicana sobre las tres principales ramas del Estado. La realidad, es que el mayor peligro a la soberanía no se encuentra en Haití o en el CARICOM, sino entre nuestros políticos.
Debemos de estar alerta, y no permitir que el discurso emotivo del Presidente nos ciegue a las realidades. El nacionalismo por el bien del nacionalismo, no es algo bueno y sirve muchas veces para beneficiar a unos cuantos por encima de la mayoría, utilizando los símbolos de la Patria para encontrar el apoyo del pueblo, independientemente de lo que verdaderamente esté ocurriendo. La nación no puede ser una idea compuesta de símbolos abstractos y culturales que valoremos más que a las personas. La nación debe ser realidad, debe ser cada ser humano que forma parte de ella, y que encuentra en ella los valores y la estructura que le permite realizarse como persona. Exijámosle a nuestro presidente que hable menos de falsedades nacionalistas y más de la realidad que vive el pueblo dominicano.


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