EL VOTO PREFERENCIAL DE EDDY
Por JUAN T H
En
su ya acostumbrada columna “Sufragio” el magistrado de la Junta Central
Electoral, Eddy Olivares defendió el voto preferencial argumentando que le
“brinda al elector la libertad de escoger al candidato de su preferencia de una
lista cerrada y desbloqueada integrada por tantos candidatos como escaños
corresponde a la circunscripción”.
Y
añade mi buen amigo: “El voto preferencial constituye una democratización
forzosa de los partidos políticos que
permite a los electores escoger entre varios candidatos de cada partido”. Y
dice más: “Gracias a esto es que los escaños que antes del voto preferencial,
en los tiempos de las listas cerradas y bloqueadas, estaban reservados para los
amigos de las cúpulas partidarias, en la actualidad se encuentran ocupados, en
la mayoría de los casos, por los cuadros medios de los partidos políticos.” (No
lo mejor de lo mejor. El Congreso está lleno de políticos “analfabestias” y
pedigüeños que constituyen una vergüenza)
Lo
que afirma Eddy Olivares en su artículo es verdad. Pero –nunca falta- esa
modalidad tiene muchos problemas en un país como el nuestro carente de
instituciones y valores, sustituidos, en todo caso, por el clientelismo y lo
que de ello se deriva. (Estiércol)
El
voto preferencial, al que no me opongo en principio, ni por principios, permite
– ¡atención Olivares!- que muchos dueños de bancas de apuestas, mal llamados
“banqueros” como si fueran colegas de Alejandro Grullón, compren diputaciones,
alcaldías, regidurías y hasta senadurías.
El
voto preferencial -¡atención Eddy Olivares!- le abre las puertas no solo a
“banqueros”, sino a narcotraficantes, evasores de impuestos, corruptos del
gobierno y de los partidos enquistados en sus cúpulas.
El
voto preferencial, Eddy, es para los que pueden comprar cédulas, voluntades,
delegados de los partidos adversos, llenar una patana con cemento, varilla y zinc; utilizar los Comedores Económicos y
los camiones de Inespre.
El
voto preferencial, querido amigo Eddy, le cierra las puertas a ciudadanos
probos, como tú, por ejemplo, cuando
eventualmente salgas de la JCE y expreses determinadas aspiraciones
congresuales y municipales de manera legítima. Y muchos otros –hombres y
mujeres, jóvenes y viejos- trabajadores, profesores, académicos, científicos y
médicos con vocación de servicios a sus respectivas comunidades. Para ellos las
puertas del Congreso y las alcaldías estarán cerradas por no tener dinero para
comprar voluntades.
Es
cierto que volver a las listas cerradas de los partidos, tan corrompidos como
la sociedad misma, es una vaina, un retroceso, porque esas cúpulas venderían
los primeros lugares, como se hizo en el pasado.
Recuerdo
que en los tiempos de Juan Bosch y el doctor Peña Gómez, incluso del doctor
Balaguer, había un equilibrio al elaborar las listas, de tal manera que era prácticamente imposible encontrar riferos,
narcotraficantes, evasores, lavadores, etc., aunque se colara uno que otro. Hoy
no. Hoy esos especímenes ocupan curules importantes gracias al dinero que nadie
sabe cómo lo obtuvieron.
El
que no tiene “recursos” para la “logística” por muy capaz y honesto que sea,
por muy patriota y defensor del pueblo que sea, no ocupará ningún cargo de
elección popular, pues no podrá competir. Que nadie me hable de “Vergüenza contra
Dinero”. Gana siempre el dinero en un país de muertos de hambre como el
nuestro.
Habría
que buscar una fórmula para evitar el transfuguismo, el clientelismo, el paternalismo y la mediocridad con saco y
corbata en una yeepeta llena de dinero comprando votos al por mayor y el
detalle.
El
problema, Eddy Olivares, es que no veo quién pueda hacer los cambios que se
requieren, primero porque el gobierno se beneficia de esa inmoralidad al igual
que los partidos, y segundo, porque tampoco
la JCE quiere enfrentarlo. Es decir, nadie lo pondrá el cascabel al
gato.
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