EL CANCILLER JOSÉ NAVARRO GARCIA
Por JUAN T H
Tal vez el
primer sorprendido fue el propio Andrés Navarro García cuando el presidente
Danilo Medina decidió nombrarlo Ministro de Relaciones Exteriores, pues parecía
no tener el perfil.
Confieso que
tenía mis dudas –como casi todos los dominicanos- de que “el tal Navarro” pudiera
hacer el trabajo requerido, que no sería poco, ni fácil, pues esa institución
se había convertido en un estercolero más de los muchos que tiene el Estado.
Navarro
García es arquitecto, catedrático universitario, consultor de organismos
internacionales, fue secretario general del Ayuntamiento de Santo Domingo, jefe
del gabinete de Obras Públicas, entre otras funciones públicas y privadas. Pero
nada que ver con la diplomacia. Por eso el escepticismo.
Es cierto
que la política exterior la dirige el presidente de la República. Ahora bien,
el canciller debe desempeñar su función y hacerlo bien, pues el jefe de Estado
no puede por su investidura, atender los
asuntos cotidianos diplomáticos como viajar por todo el mundo, atender los
tratados y acuerdos con las demás naciones, etc.
El canciller
debe ser alguien de cierto nivel cultural e intelectual, discreto, mesurado, conocedor de lo que ocurre en los demás países,
sobre todo con los que mantenemos vínculos comerciales y políticos. Andrés Navarro García parece tener esos
atributos.
Sin hacer
mucho ruido, lo primero que hizo fue ponerse al día con lo que pasada en la Cancillería
antes de tomar determinadas medidas. En los pocos meses que lleva en el cargo
ha demostrado, sin hacer mucha alharaca destituyó, lentamente, cerca de mil
personas que no hacían más que cobrar. Las famosas botellas.
Va poniendo
la casa en orden sin dejar de atender las cuestiones trascendentales del mundo diplomático.
Sanear, fumigar y limpiar la cancillería,
eliminando y profesionalizar el trabajo diplomático requiere de voluntad
política y de tiempo.
Se han
redactado normas y protocolos sobre la labor de embajadores, cónsules y demás
personal para que cada quien tenga claro su rol y darle coherencia y
sistematicidad al trabajo.
El tema de los salarios y de los pagos sin
atrasos, dolor de cabeza del ministro, no está en sus manos, pero le busca una
solución junto con su jefe inmediato, el presidente Danilo Medina, así como la
politiquería que no puede seguir siendo un factor en esa entidad.
No es
posible que por razones puramente políticas un embajador o un cónsul tripliquen
y hasta quintupliquen el sueldo, en dólares, del mismo José Navarro García,
que, por cierto, me dicen que es muy austero con el uso de los fondos del
presupuesto nacional. (¡Como debe ser, carajo!)
La carrera
de relaciones exteriores, que muchos jóvenes han estudiado, pero sin ningún
éxito porque para ocupar un cargo en una embajada, un consulado o cualquier
otra entidad diplomática, precisa de la influencia política, lo cual impide el
fortalecimiento institucional de la cancillería. (Aplicar la ley que crea la
carrera diplomática es urgente)
No lo
conozco al señor Navarro García, pero tengo las mejores referencias sobre su
calidad humana, su honestidad, que viene de la educación familiar, su sencillez
y su vocación de servicio, primera cualidad de cualquier funcionario público.
En ese
sentido, si el presidente Medina le diera todo su apoyo, político, moral y
económico, ese joven aun, haría una labor memorable al frente de la
cancillería.
Cumpliendo
con su responsabilidad ha visitado la frontera tratando de mejorar las
relaciones políticas y comerciales con Haití dentro de un marco de respeto
mutuo, pero sin vacilaciones. Es por eso que ante los incidentes en Haití
emitió una nota de protesta al gobierno de esa nación señalando que la
tolerancia no es sinónimo de miedo, ni de temor. Que la paciencia tiene un límite.
Me parece
correcto lo que se está haciendo en la cancillería, aunque aún “queda mucho por
hacer”. Lo que lamento, debo decirlo, es que se haya eliminado la mafia y la
corrupción que allí existía sin someter a la justicia a los responsables.
(¿Es cierto
que el Presidente Medina no quiso? ¿Qué prefirió seguir el borrón y cuenta
nueva? ¡Qué pena! ¡Debió dejar que Andrés Navarro García se casara con la
gloria!)
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