En juego la corona de Danilo
POR ANSELMO MUÑIZ
Hasta
entonces, muchos entendían que al Procurador y al gobierno de Danilo Medina no
les interesaba castigar la corrupción y la impunidad. Para Medina eso era tirar
piedras al pasado, por lo que invitaba a la sociedad a abandonar tal pretensión.
Olvidado de sus propias palabras, ahora Medina deja que el Procurador lance un
expediente acusatorio que no solo es una piedra hacia atrás, sino un block en
la cabeza de uno de los funcionarios más importantes del gobierno anterior y de
más confianza del pasado presidente. El giro arrastra un escenario donde se
pone en juego la corona de Danilo Medina en la guerra soterrada que mantiene
con el leonelismo.
Resulta
cómico que Félix Bautista tenga razón al afirmar que es “víctima” de una
persecución política. La bravuconería de Domínguez Brito no es más que una
movida en el ajedrez político que se juega dentro del PLD.
El PLD
cosecha haber destruido al PRD y transformarse en el arquetipo del partido
cartel con capacidad para dominar el sistema político dominicano por largo
tiempo. Pero, como todo poder genera su opuesto, por ser la política adversaria,
el poder peledeista ha engendrado en su interior su propia oposición. La
función de toda oposición es estabilizar el sistema de gobernabilidad creando
la posibilidad de la alternancia dentro del mismo sistema. En uno autoritario y
cerrado, como el que ha implantado el PLD, el contrapoder parece generarse a lo
interno del propio partido de gobierno, de manera tal que no importa quién
gane, siempre gana la corporación PLD. “La lucha contra la
corrupción ha sido cooptada por el danilismo, sencillamente porque una parte de
los actores involucrados en esta lucha se han rehusado permanentemente a
entenderla y encausarla desde su dimensión política”.
Irónicamente,
actores que se pretenden de oposición democrática han caído en la trampa de
asumir como referencia de su accionar la dialéctica danilismo/leonelismo.
Llegan hasta a respaldar la causa danilista y de Domínguez Brito (camuflada de
lucha contra la corrupción y la impunidad) con tal de que sometan a Félix
Bautista y a Díaz Rúa (me parece que nadie honestamente cree que a Leonel lo
vayan a procesar, mientras gobierne el PLD). Sin embargo, de todo esto solo
sale ganando el grupo que actualmente nos gobierna. No importa que ese grupo,
encabezado por Medina, le de continuidad a las mismas políticas clientelares y
personalistas que heredó de su antecesor, políticas que eternizan la pobreza y
la desigualdad y deterioran cada vez más la calidad de vida.
El giro político
de la coyuntura se da en la medida en que el danilismo ya no solo coopta las
luchas de los movimientos sociales, sino que se apodera del discurso contra la corrupción,
sencillamente porque muchos de los actores involucrados en esta lucha se han
rehusado permanentemente a plantearla y encausarla desde su dimensión política.
No es posible enfrentar la corrupción al margen de enfrentar el modelo de
gobierno que la genera. La corrupción es un complejo entramado y al mismo
tiempo válvula de escape en una sociedad donde el poder se ejerce
privativamente y en donde los principales mecanismos de movilidad social son el
narcotráfico y la industria política.
La
corrupción es un fenómeno político, no moral. Se ha convertido en un componente
importante de la lucha por el poder y por el control de los recursos del
Estado. En este sentido, la corrupción refleja mayor capacidad de algunos
actores políticos y económicos de ejercer poder para apropiarse ilegalmente de
los recursos públicos. Por esto, las prácticas de corrupción contribuyen a
generar proselitismo político e incluso capital social: los políticos corruptos
no solo ganan movilidad social para ellos, sino para su entorno familiar, allegados
y seguidores.
Si bien es
cierto que las prácticas corruptas por las que se persigue al senador Bautista
contribuyen a perpetuar la sociedad que tenemos, no menos cierto es que el
danilismo solo está enfrentando a la competencia, para poder controlar una
mayor parte del botín. De esta forma no estamos eliminando la mafia, solo
estamos ayudando a que cambie de cara. “Para enfrentar la corrupción
de verdad, y la mafia, se requiere un proyecto político externo a la dinámica
de gobernabilidad peledeísta”.
El
sometimiento de Félix Bautista es contingente a la tensión electoral dentro del
PLD, y dejará de ser importante cuando esa tensión se supere, llegado el
momento electoral. Recordemos que el senador Bautista fue encarcelado al final
del primer gobierno de Fernández, y terminó suelto. No importa cuánto empeño
ponga el Procurador en enfrentarse a los alfiles del leonelismo, un proceso
judicial en nuestro país dura años, y con el control que tienen Leonel y sus
aliados del sistema judicial, lo menos que podemos esperar es que la película
resulte un clavo interminable.
Para
enfrentar la corrupción, y la mafia, se requiere un proyecto político externo a
la dinámica de gobernabilidad peledeísta. Un proyecto político que pueda romper
la perversa dialéctica danilismo/leonelismo. En otras palabras, enfrentar la corrupción
y la impunidad pasa por derrotar el continuismo del PLD, condición
imprescindible para la democratización de la sociedad y el desarrollo humano.
Por eso
debemos concentrarnos en potenciar las alternativas en la oposición, en la
Convergencia y más allá. Esto no significa dejar de lado la lucha contra la
corrupción o por el enjuiciamiento de Félix Bautista, Díaz Rúa, y sobre todo su
jefe, Leonel Fernández. Lo que sí implica es dejar de dar mérito a quien no lo
tiene. El procurador Francisco Domínguez Brito y el gobierno de Danilo Medina
han puesto en marcha este espectáculo para cerrarle el paso a Leonel en la
carrera hacia las elecciones del 2016. Es falso que tengan interés y voluntad
para enfrentar el entramado de la corrupción y la impunidad montado por su propio
partido. De cara al 2016 debemos potenciar alternativas políticas con vocación
de poder y voluntad democrática, que sean realmente capaces de investigar y
enjuiciar a todos los corruptos sin importar las consecuencias.
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