“Domínguez Vs Bautista”
Por Nelson Encarnación
Sectores
empresariales, de la llamada sociedad civil, religiosos y hasta diplomáticos
extranjeros, han venido expresando su respaldo a las acciones judiciales del
procurador general de la República, Francisco Domínguez Brito, contra el
senador Félix Bautista.
Esos
segmentos de los grupos de presión han basado su apoyo al funcionario del
Ministerio Público en el entendido de que su embestida contra el legislador
oficialista busca enviar un mensaje en la dirección de enfrentar la corrupción
administrativa.
En los
casos citados vale la pena analizar, fundamentalmente, dos de ellos, uno por la
peculiaridad de lo expresado por sus voceros, y el otro por la gravedad que
encierra, aunque en nuestro país ya estamos curados de espantos.
Me
refiero, primero, al argumento expuesto por voceros empresariales tras su
visita al procurador, acerca de lo cual dijeron que la misma tuvo el propósito
“de evitar que terceros trataran de influir en el proceso” que lleva a cabo el
funcionario.
Fue un
argumento bastante peculiar, para no decir descarado, pues da la casualidad de
que ellos también son “terceros” en ese proceso y su presencia en la
Procuraduría buscaba, precisamente, influir en el proceso, en su caso contra el
senador Bautista.
(Antes
de que cualquier sicofante de los tantos que abundan en nuestro país quiera
insinuar segundas intenciones, aclaro que no me une relación alguna con el
senador Bautista).
En lo
tocante a la posición del embajador de los Estados Unidos, quien disfrazó su
injerencia en un supuesto apoyo a la lucha contra el crimen organizado—en lo
cual todos estamos de acuerdo--, se trata de una labor de procónsul que en
pleno siglo veintiuno pocos países permiten, entre ellos el nuestro.
Siempre
es bueno establecer las comparaciones, por lo cual resulta oportuno preguntar
cuál sería la reacción del Departamento de Estado si cualquier embajador
extranjero se aparece a una instancia judicial de los Estados Unidos a abordar
temas de su ámbito interno. La respuesta sería obvia.
Lo correcto
en el caso del senador Bautista y todos los demás, es que iglesia, sociedad
civil, empresarios, embajadores y todos los demás elementos ajenos al proceso,
saquen sus manos del mismo y dejen que sea la Justicia (así con mayúscula), la
que actúe.
No
deberíamos de llegar al cinismo de considerar que unos "ajenos" son
ajenos de verdad, en cuanto otros que también los son, se sientan en la
libertad de pretender influir desde lejos, mientras se critica a los
demás.
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