El PLD se desgasta en el poder
Por: Nélsido Herasme
El desgarramiento que la población observa en el Partido
de la Liberación Dominicana, fruto de la lucha de intereses y de tendencias, es
el envío de la señal de que “a ese puerco gordo le ha llegado su San Martín.
Por más encuestas complacientes que salgan a la luz
públicas, lo que el pueblo está palpando es el desgaste de un partido en el
gobierno que llegó a su techo.
Para nadie es un secreto que la soga morada se ha partido
en dos, entre los que quieren la vuelta de Leonel Fernández y los que desean
que Danilo Medina continúe más allá del 2016.
En el seno de los morados parece haberse desatado los
demonios, cuyos enfrentamientos se libran sin árbitros y sin límite de tiempo.
A los peledeistas los empalagó el poder político y ya no
hay forma de justificarse y echar la culpa de su desgracias al “PPH” y a la
oposición, como están acostumbrados, porque la gente está observando la manera
de como sus dirigentes se lanzan las cajas y los cajones.
A pesar de la pasmosa tranquilidad y el silencio
sepulcral que guardan sus dirigentes, las detonaciones de escándalos no se han
detenidos.
Recordamos la desaparición de un avión de uno de los
hangares del aeropuerto Las Américas; el soborno en la compra de los aviones
Súper Tucanos en donde se menciona a un senador y la guerra de la senadora
de Dajabón, Sonia Mateo, quien acusa a Olgo Fernández, director del Instituto
Nacional de los Recursos Hidráulicos (Indrhi), de orquestar "un plan
criminal" en su contra por asuntos políticos.
La mística de que el PLD es un partido disciplinado se ha
venido de cabeza luego de que la fiscal del Distrito Nacional, Jenny Berenice
Reynoso decidiera abrir el expediente de corrupción contra el jefe financiero
morado, Víctor Díaz Rúa y el procurador general de la República, Francisco
Domínguez Brito hiciese lo propio con el caso de Félix Bautista, senador y secretario
de organización de la entidad.
Luego de la
apertura de esos expedientes estalló el escándalo de los 11 niños fallecidos
en el Hospital Reid Cabral, el atentado a la casa materna del Procurador, donde
murió el encargado de la seguridad, siguió el acto criminal en la cárcel de
Najayo, y el sabotaje eléctrico en la que, de haberse producido, colapsarían
catorce torres en San Cristóbal y el incendio producido en uno de los vagones
de la línea 1 del Metro de Santo Domingo.
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