Ante una campaña infame
Por Arturo López
Los falsos
apologistas que defienden la pulcritud y la moralidad en la administración
pública parece que les pesa defender por otro lado a quienes si hacen su
trabajo, digamos en este caso que nos concierne al Ministerio de Relaciones
Exteriores.
Parece fácil
para ellos meter en un mismo saco a todo el que trabaja en esa dependencia y
sobre todo subrayar hasta más no poder que ese ministerio está lleno de
botellas provenientes del Partido de la Liberación Dominicana.
Lo que nos
luce, y aquí vamos a especular un poco tal y como ellos lo hacen, es que saben
o ignoran a propósito que esa “mafia” que ellos atribuyen a un partido o una
selecta claque, manejó a su antojo esa dependencia por años, mientras
privilegió a algunos, maltrató de forma directa o indirecta a muchos otros,
sobre todo a los empleados que si han cumplido con sus labores en embajadas y
consulados, muchos de los cuales pertenecen al partido morado.
Esos falsos
apologistas que peregrinan con sus artículos por diarios digitales y redes a
profusión, bien quisieran ser ellos los que estuvieran en lugar de los que
critican, y que desafío a su propia reciedumbre moral, seria ver si no se
sentirían tentados a hacer lo mismo que tanto le critican en algunos casos a
sus propios ex correligionarios.
Sepulcros
blanqueados llaman las Sagradas Escrituras y el vulgo a estos nuevos sacerdotes
de la moral pública.
A nadie le
ha importado saber que por ejemplo cuando hasta hace poco los pagos a la
mayoría de los empleados de embajadas y consulados se tardaban meses, a esos
defensores no se les ha ocurrido hasta ahora escribir unos párrafos en demanda
de que se cumpla con lo dicen las normas: pagar a quienes trabajan.
También
ignoran estos nuevos apologistas, las incontables ocasiones en que esos
empleados resuelven cotidianamente decenas de problemas que tienen que ver con
recursos propios cuando algún dominicano caído en desgracia económica o
familiar no tiene para un pasaje de regreso a su país; cuando le hace falta
algún documento y tiene que viajar de urgencia; cuando se le muere un pariente
y no tiene ni para enviar sus restos; cuando a algún notable de los tantos que
tenemos se le han perdido sus documentos y el de todos sus familiares y piden
de urgencia que se le resuelva su problema fuera de horario y para ello se
tienen que quedar más de un empleado incluyendo muchas veces a cónsules y
embajadores, para resolverle esa situación.
Tampoco
saben estos impenitentes críticos las veces que muchos dominicanos desaprensivos
o llevados por esa fuerte corriente de opinión, que en los consulados y
embajadas se apersonan muchos de nuestros compatriotas para insultarlos o
faltarles el respeto como si de delincuentes se trataran.
Si bien
falta ese reconocimiento de parte de los apologistas de reciente factura o no
tan reciente, a los empleados del servicio del exterior le queda como consuelo
las llamadas o cartas o emails de agradecimiento que les envían muchos de los
afectados por algún problema que les fue pronta y amablemente resuelto.
Los que de
una forma u otra tratamos de cumplir con nuestro deber, y me tomo la libertad
de hablar a nombre de ellos, no podemos sino sentirnos indignados por esta
insultante y cobarde campaña que esperamos de alguna manera el nuevo Ministro
de Relaciones Exterior y por comisión expresa del presidente Danilo Medina,
ayude a poner coto, aunque tengamos que pagar justos por pecadores.
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