EL 90 y 10% DEL PRD

Por JUAN T H  /  Resulta insólito que la minoría se le haya impuesto a la mayoría en un partido tan grande y poderoso como el Revolucionario Dominicano.  Un partido con 75 años de historia, de luchas y sacrificios en aras de la democracia, la libertad y la justicia a punto de desaparecer. El partido del pueblo, el partido de la esperanza nacional, como dijera mil veces su líder José Francisco Peña Gómez.
¿Cómo sucedió? ¿Cómo la minoría, sin calidad ética, ni moral, logró humillar a la  mayoría? ¿Cómo explicar el hecho –repito insólito- que esa minoría traidora y rastrera, que no alcanza el 10 %, marginó al 90 % integrado en su mayoría por hombres y mujeres de  tradición democrática y hasta revolucionaria sin que ello provocara acciones incluso violentas para impedirlo? ¿Habrá alguna explicación para este fenómeno tan extraño?
Cuando el PLD retomó el poder por segunda vez (2004) se planteó debilitar, dividir o destruir al PRD y a su figura más relevante en ese momento, aún lo es, Hipólito Mejía. La estrategia del PLD era convertir al PRD en una agencia de empleos como lo son el Partido Reformista y los demás partidos.
Carlos Morales Troncoso y Miguel Vargas, dos hombre de dinero , ambiciosos, sin formación política, ni intelectual, sirvieron a los propósitos del PLD (“divide y vencerás”) para de esa manera mantenerse en el poder indefinidamente. El precio ha sido alto, pero ha valido la pena, pues le ha permitido gobernar sin contratiempos.
Sin el PRD como fuerza mayoritaria patrocinando y apoyando las luchas sociales, el PLD puede continuar depredando el país. Sin el PRD haciendo oposición dura y radical, el PLD puede hacer y deshacer. Sin un PRD fuerte y vigoroso, con raíces  profundas en el seno del pueblo y dirigentes incorruptibles, el PLD puede ponerle un motor fuera de borda al país y robárselo impunemente, como en efecto.
Con el dinero del Estado el PLD compró el 10 % que tiene Miguel Vargas en el PRD. El dinero del Estado ha servido para alimentar las ambiciones de ese 10 % . No hablo solo de los 15 millones de dólares “impagables” que el Banco de Reservas le “prestó” a Miguel Vargas por instrucciones de Leonel Fernández, ni de los 18 millones de pesos mensuales que la Junta Central Electoral le otorga; hablo de otros beneficios que el país conocerá según pasen los días, las semanas y los meses.
Para que las siglas del PRD se mantengan en manos de ese 10 %, el PLD de Leonel y Danilo puso a su servicio la JCE y el TSE. Más de 20 sentencias y resoluciones a favor de Miguel Vargas. Ninguna, lean bien, ninguna a favor del 90 % a pesar de contar con los mejores abogados del país.
(Ese 10 % integrado por traidores, ambiciosos y corruptos, impidió, junto a otros factores, que el 90 % llegara al poder en las elecciones pasadas)
Es cierto que el 90 % cometió errores importantes. Primero se dejó robar las elecciones, luego se dejó robar el partido. Reconocer el gobierno de Danilo, que fue resultado del fraude, de la compra de votos, del uso indiscriminado de los recursos públicos, de las Fuerzas Armadas y la Policía, sin crear una crisis política, y sin por lo menos “negociar” el partido que ya estaba en manos de Miguel, fue un error muy costoso. Hay que admitirlo. Luego darle validez a un comité de base del PLD como lo es el TSE, fue otro error. El problema no era, ni es, jurídico, es político. A los problemas políticos hay que buscarle soluciones políticas.
La situación del 90 %, que es el verdadero PRD, es difícil. No por falta de razón, sino de recursos y de voluntad política para hacer lo que hay que hacer. Pero hay otro problema: el 90 % está dividido. No hay unidad de propósitos. Las agendas personales fruto de aspiraciones y ambiciones, legítimas o no, impiden actuar monolíticamente en una sola dirección.
Mientras la figura fundamental, que es Hipólito, habla de no hacerle al juego a Miguel y al gobierno participando en la convención, otros pecan de ingenuos y le dan oxígeno al traidor participando en su farsa sin estructura y con los árbitros en contra. Si el 90 % estuviera unido, sin los dirigentes del 90 % entendieran que “el todo es más importante que cualquiera de sus partes”, la situación fuera otra. Participar en la convención de Miguel es legitimarlo, es reconocer su farsa, es caer en su trampa. Es ayudarlo, es, por no decir otra cosa, un error imperdonable.
Lo correcto es impedir la realización de la convención con acciones concretas en todo el país. El 90 % tiene la fuerza de las bases. Pero sin unidad no hay fuerza, y sin fuerza, no hay victoria. Sin renunciar al PRD lo correcto es impedir el matadero electoral de Miguel, tomar las calles, crear el frente opositor o convergencia y poner al gobierno y al PLD en jaque para que saque sus narices del PRD.
Estoy convencido de que la Convergencia, liderada por el 90 % del PRD, auténtico, verdadero, moral, se convertirá, en pocos meses, en la principal fuerza política opositora del país, con amplias posibilidades de ganar las elecciones del 2016 obteniendo mayoría en el congreso, los ayuntamientos para entonces producir las transformaciones que demanda este país.


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