Atención dominicanos, por los “peligros del nacionalismo”
Por
Carlos Morel Es muy común que el nacionalismo
se use para disfrazar la realidad, y prueba de eso es el discurso del
presidente Medina ante la segunda cumbre de la CELAC.
“Por ‘nacionalismo’ quiero
referirme primero al hábito de asumir que los seres humanos pueden
ser clasificados como insectos y que grupos enteros de millones o decenas de
millones de personas pueden razonablemente ser etiquetadas como “buenas” o “malas.”
Pero en segundo lugar y esto es mucho más importante- quiero referirme al
hábito de identificarse uno mismo con una determinada nación u otra unidad,
colocándola más allá del bien y del mal y reconociendo ningún otro deber que el
de apoyar sus intereses”.
George Orwell
Es muy común
que el nacionalismo se use para disfrazar la realidad, y prueba de eso es el
discurso del presidente Medina ante la segunda cumbre de la CELAC. En las redes
sociales la alocución del presidente han despertado un fervor
nacionalista, y muchos celebran la defensa de la soberanía dominicana ante
diplomáticos extranjeros “mal informados” y “mal informantes” que buscan
“imponer a la República Dominicana una política
migratoria”. Pero la realidad es mucho más compleja que lo que presenta el
discurso del presidente, y debemos evitar a toda costa que el fervor
nacionalista tan utilizado por el Sr. Medina nos ciegue ante una realidad
marcada por el racismo, la desnacionalización y otros abusos contra los
derechos humanos. De apegarnos a esta ola de neo-nacionalismo puede resultar no
solo en una expansión de los abusos, sino en una pérdida total de la soberanía del
pueblo, no en manos de enemigos extranjeros, sino de amos dominicanos.
Veo
importante exponer ciertas realidades que nuestro presidente parece ignorar en
su discurso, a pesar de aludir directamente a ellas:
En la
primera parte del discurso, nuestro presidente hace casi una confesión acerca
de la situación precaria de los haitianos en R.D. Explica que existe más
de un millón de haitianos residente en el país, y la mayoría “son ilegales”.
Explica también que estos “ilegales” no son acosados por las autoridades de
migración y que son la gran fuerza laboral del sector agropecuario y de
construcción. Sin embargo, ¿Acaso no ocurren todas las semanas deportaciones
masivas de inmigrantes haitianos en nuestro país? Más aún, ¿realmente tienen
estos trabajadores migrantes los mismos derechos que los dominicanos y los
mismos sueldos? En tal sentido, tenemos que aceptar una realidad: La mano de
obra migrante, beneficia mucho más a los empresarios que la emplean, que lo que
se benefician los propios inmigrantes. Esto así, porque los inmigrantes tienen
menos posibilidades de ejercer sus derechos laborales, y cobran salarios
menores.
Hablando
también de derechos humanos, nuestro Presidente hace alusión a la famosa
sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional y
la defiende, diciendo que están confundidos aquellos que entiendan que la
sentencia tiene carácter retroactivo, pues en lo relativo a la nacionalidad
nuestras constituciones siempre han dicho lo mismo. No pretendo hacer aquí un
análisis de la sentencia, pero sí puedo decir que no fue hasta el 2010 que
nuestra Constitución claramente estableció –como excepción- que los hijos de
inmigrantes ilegales no adquirían la nacionalidad dominicana. La sentencia, a
pesar de lo que mucha gente cree, no afectaba a haitianos, sino a dominicanos
que se la ha quitado la nacionalidad. No importa que ellos tuvieran acceso a la
haitiana, la realidad es que efectivamente hemos desnacionalizado a un grupo de
personas. Por ello, es menester deplorar que la forma de actuar de la comunidad
internacional ha reforzado la errada idea de que la sentencia afecta a inmigrantes
haitianos, oscureciéndose más la realidad de que es a ciudadanos dominicanos a
quienes se les ha violado sus derechos.
“La realidad, es que el
mayor peligro a la soberanía no se encuentra en Haití o en el CARICOM, si no
entre nuestros políticos”.
El Presidente
Medina también pretende defenderse de las acusaciones de racismo alegando que
un país donde más del 80% de la población es negra o mulata no puede ser
racista. No obstante, olvida el mandatario, que este es un país en el que se
pretende negar sus raíces africanas, y exagerar las indígenas con tal de
esconder nuestra negritud. Nuestros estándares de belleza tienen una tendencia
a poner los blanco por encima de lo negro, el cabello crespo o rizo lo llamamos
“malo”, y cuando hay una persona blanca se casa con una negra hablamos de que
“está dañando la raza”. A través de nuestra historia se ha hecho un esfuerzo
conciente desde las élites para “blanquear” nuestra sociedad, como si los
negros son solo los haitianos, y nosotros somos españoles o indios. Además, y
si en verdad son cosas de la historia, tuvimos 31 años de una dictadura que
claramente quería “blanquizar” la raza, y cometió uno de los abusos a derechos
humanos más horribles que ha visto nuestra isla. Contrario a los que afirma
Medina, la historia de nuestro país está llena de abusos a los derechos humanos
cometidos por los propios dominicanos.
El
Presidente Medina, como muchos que apoyan su discurso, habla de la importancia
de la soberanía nacional. ¿Pero de que vale una soberanía que no reside en el
pueblo? El nacionalismo es un discurso muy amigo de las élites que pretenden
menoscabar la democracia. El llamado a la soberanía y a la determinación
nacional no puede servir como una excusa para violación de derechos humanos.
Más aún, una sentencia como la del Tribunal Constitucional,
al violentar el Estado de Derecho y a quitarle la nacionalidad a dominicanos,
socava la soberanía nacional. Si se le permite a los órganos del Estado ponerse
por encima de la Ley con la excusa de proteger la nación y la identidad
dominicana, ¿qué nos asegura que no van a seguir usando este poder para sus
propios fines? Me gustaría que el Presidente Medina hablara del peligro a la
soberanía que existe con la dominación que mantiene el Partido de la Liberación Dominicana sobre
las tres principales ramas del Estado. La realidad, es que el mayor peligro a
la soberanía no se encuentra en Haití o en el CARICOM, sino entre nuestros
políticos.
Debemos de
estar alerta, y no permitir que el discurso emotivo del Presidente nos ciegue a
las realidades. El nacionalismo por el bien del nacionalismo, no es algo bueno
y sirve muchas veces para beneficiar a unos cuantos por encima de la mayoría,
utilizando los símbolos de la Patria para encontrar el apoyo del pueblo,
independientemente de lo que verdaderamente esté ocurriendo. La nación no puede
ser una idea compuesta de símbolos abstractos y culturales que valoremos más
que a las personas. La nación debe ser realidad, debe ser cada ser humano que
forma parte de ella, y que encuentra en ella los valores y la estructura que le
permite realizarse como persona. Exijámosle a nuestro presidente que hable menos
de falsedades nacionalistas y más de la realidad que vive el pueblo dominicano.
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