Trujillo: falso nacionalista y peor patriota
Trujillo:
falso nacionalista y peor patriota
Miguel Espaillat
Comprender
los significados de patriotismo, patriota, nacionalista y nacionalismo y tener
sentido común, es esencial para entender, de una vez y por todas, que los
sentimientos de patriota y nacionalistas atribuidos a Trujillo por algunos
dominicanos inconscientes y desinformados, son falsos y aberrantes en toda la
extensión y significados de esas palabras. Veamos una definición de estos
conceptos.
Nacionalismo: “apego a la propia nación y a
cuanto le pertenece”. “Sentimiento de pertenencia a la nación propia, algo en
principio identificable con el patriotismo, pero distinto si va más allá del
mero sentimiento e incorpora contenido doctrinal o acción política en un
sentido concreto”.
Pues bien…,
por las definiciones anteriores, es lógico derivar, que el nacionalismo y el
patriotismo sanos, van de la mano, que están entrelazados, que no existen el
uno sin el otro, que ambos se complementan, que son alas de un mismo pájaro.
Ahora bien, patriotismo sano, implica amar, en el sentido cierto y profundo de
esta palabra. El amor, en la ecuación patriotismo-nacionalismo, viene siendo,
el soplo que le da vida a estos dos condenados a vivir eternamente
apachurrados. Hay que hacer hincapié en eso del amor, con su tolerancia y aceptación
de la diversidad, porque está demostrado, con las experiencias genocidas de
Hitler y de otros de similar naturaleza, que los nacionalismos, los
patriotismos y las creencias religiosas fundamentalistas, por su ausencia de
amor hacia sus congéneres, han devenido en ser nefastos para la humanidad.
Millones de crímenes se han perpetrado por estas ideas, y lo peor, en nombre de
Dios.
Ante estos
planteamientos filosóficos, cabe preguntar: ¿amaba Trujillo a su pueblo, a los
dominicanos, a su gente? Como por sus hechos lo conoceréis..., vamos a ellos,
para que sean ellos mismos, los que nos digan, si todas la actividades
económicas y políticas de esté sátrapa, estaban motivadas por un amor genuino a
su patria.
Sal: En 1931 se adueñó de la
producción y venta de sal al prohibir la explotación de salinas marítimas y
obligar a la población a consumir la de las minas de Barahona controladas por
él. Esto le reportaba unos 400,000 pesos netos anuales.
Carne: Se hizo cargo de las carnicerías de
la ciudad de Santo Domingo (La Cami), las que le proporcionaban ingresos
anuales de unos 500,000 pesos.
Arroz: Prohibió la importación de
arroz y sólo permitió el consumo de este cereal criollo que distribuía una de
sus tantas empresas personales.
Leche: Controló la venta y
distribución de los productos lácteos a través de la Industrial Central
Lechera.
Tabaco: Obligó a los dueños de la
Compañía Anónima Tabacalera a venderle acciones y, posteriormente, a cederle la
propiedad casi entera de esa empresa.
Calzados: Prohibió andar descalzos a los
ciudadanos, debiendo éstos comprar sus zapatos a la Fábrica Dominicana de
Calzados (Fadoc), que era de su propiedad.
Pintura: Dispuso la obligatoriedad de
pintar las casas cada año, con lo que se aseguraba el buen rendimiento de su
empresa Pinturas Dominicanas (Pidoca).
Azúcar: A partir de 1948 comenzó a
invertir en el sector azucarero, para lo cual despojó a pequeños campesinos de
sus tierras y compró los ingenios de capital estadounidense. En 1955 tenía los
ingenios Porvenir, Ozama, Amistad, Monte Llano, Barahona, Consuelo, Quisqueya,
Boca Chica, Las Pajas, Santa Fe, Catarey y Río Haina.
Actividades
bancarias: Instaló
un banco, manejado por su esposa, para el canje de los cheques del Gobierno;
los empleados públicos podían cobrar sus sueldos por adelantado a cambio del
pago de una comisión.
Sector
seguro: Monopolizó
el negocio de los seguros, al comprar las acciones de una compañía de seguros
que funcionaba en el país, a la que bautizó como San Rafael de Seguros.
Obras
Públicas: Recibía
jugosas comisiones por la concesión de los contratos para la construcción de
obras.
También
formaron parte de su patrimonio personal: Licorera La Altagracia, Sociedad
Industrial Dominicana, Refinadora de Aceite de Algodón, Molinos Dominicanos,
Fábrica Dominicana de Cemento, Fábrica de Sacos y Cordelería, Fábrica de
Vidrio, Industria Nacional del Papel, Atlas Comercial Co., Caribbean Motors,
Compañía Dominicana de Aviación, Ferretería Read, Periódico La Nación,
Industria Caobera, Aserradero Santelises, Naviera Dominicana, e Industrias
Niguas. También se adueñó, de la Armería de San Cristóbal, la Compañía
Eléctrica, y Astilleros de Haina. Súmensele a todo esto que el 10% de los
sueldos de los empleados públicos era entregado a su Partido Dominicano. (Fin
de la cita).
Trujillo-
afirma el escritor Aquiles Julián- fue un criminal y alumno de sicópatas de la
categoría de los capitanes del US Marines Corp Charles Merkel y Charles R.
Buckalew. Este “primer maestro de la nación”, padre y Benefactor de la patria y
“Dios hecho hombre”, como miembro de la Guardia Nacional creada por los
yanquis, hizo el papel de represor contra el alzamiento de los campesinos del
Este, a quienes con desmanes los despojaron de sus tierras, para extender las
plantaciones azucareras de los ingenios norteamericanos. En ese quehacer,
Trujillo mató, torturó, violó mujeres, chantajeó, secuestró, atracó y despojó a
su gusto a muchos propietarios de sus predios, para hacer fortuna y conseguir
poder.
Posteriormente,
Trujillo, ya siendo Presidente y generalísimo, se convirtió en un tirano cruel.
El y su familia, por casi 31 años, hicieron de los 48 mil kilómetros cuadrados
de esta media isla, su finca privada, donde a sangre y fuego fueron amos y
señores, y dueños de haciendas y de vidas. Durante todo ese tiempo,
martirizaron a esta tierra. Durante esa larga época, en todo tiempo, se mantuvo
persiguiendo y matando a sus propios conciudadanos y despojándolo de sus
propiedades, derechos y libertades. En esa época hubo abuso de poder,
encarcelamientos, torturas, muertes por doquier, oscurantismo, despotismo,
calieses y caliesaje, terror y opresión, crímenes horrendos, y muchas más
perversidades.
Con estas
informaciones, ya el lector puede irse dando cuenta, que clase de “nacionalismo
y patriotismo” era el de Trujillo, y cuáles eran sus reales motivaciones,
descubriendo por derivación, que sus sentimientos al respecto, estaban
íntimamente ligados a un proyecto personal de enriquecimiento, que nada tiene
que ver, con amor a la patria y nacionalismo, o con ideales duartianos.
En
consecuencia, los que aclaman a Trujillo, los que les echan vivas, los que le
añoran, están cometiendo una infamia. Llamar patriota y nacionalista a este
monstruo, loarlo, aclamarlo y compararlo con Duarte, constituye un sacrilegio y
una afrenta mayor a ese patricio y a todos los que fueron torturados y muertos
enfrentando a esta perversidad hecha persona.
Patriotismo
y nacionalismo, ya lo dijimos, están entrelazados por el amor en su más pura y
excelsa expresión. Ese amor, no lo conoció Trujillo. El amor no es racista, no
es sexista, no es discriminatorio, no es machista, no es xenófobo, no es
homofóbico. El amor no es ladrón y saqueador. El amor no tiene envidia, no es
jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se
irrita, no guarda rencor, no goza de la injusticia, más se goza de la verdad.
El amor no
es malvado, no es criminal. El amor no mata ni tortura a nadie, menos a los
suyos, tal como hacia el desalmado de Trujillo. El amor, no es, ni puede ser trujillista,
como tampoco pueden serlos, el nacionalismo y el patriotismo, en sus versiones
deshumanizadas.
En fin,
compréndase de por una vez y por todas, que el “patriotismo y nacionalismo”
proclamado por los adulones de Trujillo, eran y son, falsos y perversos en su
máxima expresión. La falta de amor en su ser, los mató.
No seamos
las tinieblas y el demonio que él fue, sino, seres de amor y luz, tal como lo
fue nuestro Juan Pablo Duarte.
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