Porqué Dilma Rousseff desairó a Barack Obama
Porqué
Dilma Rousseff desairó a Barack Obama
Ambos
mandatarios se encontraron en la Casa Blanca en abril de 2012
Gerardo
Lissardy/BBC Mundo, Brasil
La presidenta de
Brasil, Dilma Rousseff, pospuso una visita de estado a Washington prevista para
el mes próximo ante reportes de espionaje estadounidense a su país, lo que
marca el momento más difícil en la relación entre las dos mayores potencias
políticas y económicas del hemisferio en años.
El
aplazamiento sin nueva fecha del viaje, programado inicialmente para el 23 de
octubre, fue anunciado este martes por las presidencias de ambos países en
comunicados que reflejaron distintas actitudes ante informes de prensa que
afirman que Estados Unidos espió a Brasil y a la propia Rousseff.
El texto de
Brasil sostiene que no están dadas las condiciones para la visita, debido a una
falta de investigación oportuna de lo ocurrido.
"Las
prácticas ilegales de interceptación de las comunicaciones y datos de
ciudadanos, empresas y miembros del gobierno brasileño constituyen un hecho
grave, atentatorio a la soberanía nacional" e "incompatible con la
convivencia democrática entre países amigos", indica.
La Casa
Blanca, por su parte, reiteró que el presidente Barack Obama "entiende
y lamenta las preocupaciones que las revelaciones de presuntas actividades de
inteligencia de EE.UU. generaron en Brasil" y buscará superar esa
"fuente de tensión" bilateral por la vía diplomática.
Ambos
comunicados señalaron que Obama y Rousseff conversaron por teléfono sobre este
tema el lunes y esperan poder marcar una nueva fecha para el viaje de la
mandataria brasileña.
"Es importante
desde el punto de vista diplomático, pero desde el punto de vista político no
tendrá una repercusión más grande"
Rubens
Barbosa, ex embajador brasileño ante la Casa Blanca
Una visita
de Estado es la mayor acogida diplomática que un líder extranjero puede recibir
en Washington, con más categoría que una visita oficial común, y la de Rousseff
era la única prevista por Obama este año, la primera de un presidente brasileño
en casi dos décadas.
La
expectativa oficial cuando se anunció el viaje en mayo era que abriese un
período de mayor
confianza y cooperación entre ambos gobiernos, pero ahora parece ocurrir
exactamente lo contrario.
Además de
Brasil, otros aliados de EE.UU. como México o Colombia han aparecido citados
como blancos de su espionaje en reportes de prensa recientes, basados en
material filtrado por el ex analista de inteligencia estadounidense Edward
Snowden.
Frente a
esas informaciones, otros gobiernos también han pedido explicaciones a
Washington, pero el de Rousseff ha exhibido una irritación especial que según
analistas refleja intereses tanto de política exterior como interna de Brasil.
"Hipocresía"
Los reportes
de que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA por sus siglas en inglés)
estadounidense espió a Rousseff, a miembros de su gobierno y a la empresa
brasileña de petróleo Petrobras fueron divulgados recientemente de la red de
televisión Globo.
Brasil
reclamó a Washington explicaciones por escrito y el expresidente Luiz Inácio
Lula da Silva, con quien Rousseff discutió el asunto el viernes, indicó que
Obama debía pedir disculpas a su sucesora.
Las
revelaciones de Snowden han puesto en una situación delicada al gobierno de
EE.UU.
Pero el
gobierno estadounidense declinó hacerlo -al menos públicamente- y sus
explicaciones fueron consideradas insuficientes por Brasil.
El
comunicado estadounidense de este martes asegura que Obama pidió una revisión
amplia de la actividad de inteligencia de su país, "pero el proceso
llevará varios meses".
En cambio,
el comunicado brasileño aludió a "la ausencia de una averiguación oportuna
de lo ocurrido, con las explicaciones correspondientes y el compromiso de cese
de las actividades de interceptación" estadounidenses.
"Brasil
está ofendido primero porque tiene un concepto muy fuerte de soberanía, una
tradición muy marcada en el país por su tamaño y poder a nivel
internacional", dijo a BBC Mundo Michael Shifter, presidente del Diálogo
Interamericano, un centro de análisis basado en Washington.
Agregó que
el caso "también revela la hipocresía de EE.UU.: mientras dice que quiere
acercarse y tener mayor confianza" en Brasil, "esto va totalmente en
contra de ese espíritu de crear confianza".
El diario Folha
de Sao Paulo informó a comienzos de mes que, en procura de calmar las
aguas, el gobierno estadounidense consideraba la posibilidad de apoyar la
aspiración brasileña de tener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas, como hizo con India en 2010.
Sin embargo,
Oliver Stuenkel, un experto en relaciones internacionales de la Fundación
Getulio Vargas (FGV) en Sao Paulo, consideró "poco probable" que
Washington haga eso de inmediato porque sería obvio que es una consecuencia del
escándalo de espionaje.
"Ese
apoyo a Brasil es una decisión estratégica muy importante y tengo dudas de que
Brasil consiga tenerlo", sostuvo y agregó que en el caso de India, la
intención de Washington fue aprovechar su posición estratégica para limitar la
proyección regional de China.
Política interna
Rousseff y Obama se encontraron en Rusia el pasado 6 de septiembre
Rousseff y
Obama se encontraron en Rusia el pasado 6 de septiembre.
Otros
analistas señalan que también hay razones de política interna brasileña para
explicar la actitud de Rousseff.
"Tenemos
que recordar que Dilma está muy preocupada con su campaña de reelección",
señaló David Fleischer, profesor emérito de ciencia política en la Universidad
de Brasilia. "Un embate con EE.UU. le da mucha publicidad positiva y ayuda
a aumentar su popularidad".
Los índices
de aprobación de Rousseff se derrumbaron en junio durante una ola de protestas
callejeras que sacudió a Brasil en reclamo de mejores servicios públicos y
contra los gastos multimillonarios del Mundial de Fútbol 2014.
Encuestas
recientes indican que, tras una serie de iniciativas y anuncios para responder
a esas demandas, la presidenta recuperó parte del apoyo perdido, pero aún
necesitaría ir a una segunda vuelta electoral el año que viene para lograr un
nuevo mandato.
A la reunión
del viernes en una residencia presidencial donde Rousseff anticipó su decisión
de suspender su visita a Washington, asistieron, además de Lula y funcionarios
gubernamentales, miembros del comando de campaña para su reelección, informaron
medios brasileños.
¿Quiebre o malestar
pasajero?
"Tenemos
que recordar que Dilma está muy preocupada con su campaña de reelección. Un
embate con los Estados Unidos le da mucha publicidad positiva a ella y ayuda a
aumentar su popularidad"
David
Fleischer, profesor emérito de Ciencia Política en la Universidad de Brasilia
Los expertos
coinciden en que el escándalo del espionaje supone un claro golpe a la relación
bilateral de EE.UU. con Brasil, pero descartan que pueda haber una ruptura o un
daño irreparable.
El diferendo
"es importante desde el punto de vista diplomático, pero desde el punto de
vista político no tendrá una repercusión más grande", sostuvo Rubens
Barbosa, un exembajador brasileño ante la Casa Blanca y asesor de la federación
industrial de Sao Paulo.
A su juicio,
ambos países tienen hoy temas más inquietantes que resolver como la crisis de
Siria para EE.UU. o la situación económica para Brasil, y la agenda de la
visita de Rousseff a Washington carecía de un acuerdo o negociación sustancial
que pudieran concluir los presidentes.
Barbosa
recordó a BBC Mundo que la relación bilateral sufrió seriamente con el
desacuerdo que EE.UU. y Brasil tuvieron en 2010, cuando Lula buscó junto a
Turquía una salida a la crisis por el programa nuclear de Irán que fue
desechado por Washington.
De todos
modos, Rousseff y Obama habían trabajado en los últimos años para mejorar el
vínculo entre sus países, que a EE.UU. le interesa para tener un aliado de peso
en Sudamérica y a Brasil para mejorar su comercio, educación y tecnología,
áreas claves para su desarrollo.
Los
comunicados presidenciales de este martes aluden a esos esfuerzos para avanzar
en la "asociación estratégica" de sus países.
Pero con el
escándalo del espionaje y la cancelación de la visita de Rousseff "es muy
difícil decir quién pierde más", señaló Shifter desde Washington.
"Ambos países pierden", concluyó. "Los dos se necesitan
mutuamente".
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