La República Dominicana, en el banquillo de los acusados
La República Dominicana, en el banquillo de los acusados
Manuel Núñez Ascensio
La Comisión
Interamericana de derechos de la Organización de Estados Americanos (OEA)
aprobó en la sesión 1.903, celebrada en Washington el 29 marzo del 2012,
someter ante la Corte de los Derechos Humanos a la República Dominicana por el
informe incoado por Benito Tide Méndez y otros ciudadanos.
Los reclamantes
señalaron que fueron despojados de sus cédulas de identidad, que las
autoridades del país describieron como cédulas falsas, por no estar sustentadas
en actas de nacimiento ni estar asentadas en los libros de la Junta Central
Electoral.
Los
ciudadanos declararon que fueron objeto de atropellos por parte de las
autoridades, que sus bienes se perdieron de resultas de la deportación y que se
les privó de derechos adquiridos. Proponían, en suma, que sus cédulas falsas le
fuesen cambiadas por cédulas verdaderas. El expediente no fue sometido a la
Justicia dominicana. Nos trataron como si viviésemos en una dictadura, en donde
no hay Justicia ni garantía de los mecanismos procesales. ¡Qué mala y triste
reputación tenemos!
El
expediente fue cuidadosamente elaborado por el Movimiento de Mujeres domínico
haitianas (MUDHA), la Clínica de derechos humanos de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Columbia, el Grupo de Apoyo a Refugiados y Repatriados
(GARR), y el Centro de Justicia y Derecho Internacional (CEJIL).
Todas las
personas demandantes ratificaron ante notarios que al ser despojados de sus
cédulas de identidad les fueron vulnerados sus derechos. Al parecer, determinar
si un documento de identidad es falso o verdadero ya no es competencia de las
autoridades dominicanas, sino de los socios ideológicos que tiene el MUDHA y el
CEJIL, en la facultad de derecho de la Universidad de Columbia. A pesar de no
haberse agotado ni remotamente los procedimientos nacionales previstos en las
normas de la Corte Interamericana, se le dio curso a la instrucción del caso
Tide Méndez y otros, introduciendo en un tribunal internacional, una acusación
contra el Estado, desconocida por la Justicia dominicana.
He leído con
exhaustividad cada uno de los resúmenes de esas declaraciones juradas. Se parte
de un principio selectivo. El testigo extranjero, víctima, siempre dice la
verdad; el Estado dominicano “abusador, trujillista, anti haitiano” siempre
miente. Al testigo no se le exige, que, además de jurar ante la Corte
demuestre, con papeles y con pruebas irrefutables, todos los atropellos que les
atribuye a las autoridades dominicanas.
En las
poblaciones pequeñas los alcaldes suelen conocer a fondo los entronques familiares.
Pueden reconocer con extrema facilidad quién es forastero, e incluso suelen
identificar en qué regiones del país se halla su árbol genealógico; y quién es,
rotundamente, extranjero sin vínculos consanguíneos, sin enlaces familiares con
nuestro país. Determinar quién es extranjero no es, pues, una faena difícil. La
ascendencia, los rasgos culturales, la lengua, la religión, los hábitos, sus
relaciones con la comunidad arrojan luz sobre la presencia de un extranjero.
El cabecilla
de la acusación, el señor William Medina Ferreras, proclamó que había nacido en
Cabral. Pero el alcalde que se conoce al dedillo a toda la población, sustenta
que ése no era su verdadero nombre. Dice que se trata de Wilnet Yan, ciudadano
haitiano de Anse a Pitre. Para el alcalde se trataba de un caso, como hay
millares, de suplantación de identidad. No es un caso nuevo ni extraño. Cada
año la Junta Central Electoral logra recuperar montañas de cédulas y actas de
nacimiento falsas. A pesar de todo ello, los que instruían el caso desestimaron
la declaración de nuestras autoridades. Le dieron el visto bueno al testimonio
aportado por William Medina Ferreras y por su esposa haitiana Lillia Jean
Pierre.
Apoyados por
varias ONG que les pagaron los gastos de viaje a Nueva York, que los convirtieron
en testigos internacionales en contra el país, que exigieron al Estado
dominicano que fueran provistos de salvoconductos especiales, los reclamantes
se constituyeron en la plana mayor de la acusación. Al jefe de la acusación,
William Medina Ferreras, les fueron devueltos sus documentos y ha ejercido
ininterrumpidamente el derecho al voto. Decidió, no obstante, llevarnos al
banquillo de los acusados. Además, de las imputaciones de Medina Ferreras, se
añaden las declaraciones juradas de Markeson Jean, Marlene Mesidor, Antonio
Sensión, Ana Lidia Sensión, Rafelito Pérez Charles, Janise Midi y Berson Gelin.
Son siete los testigos refrendados por la Corte. Ninguno tenía documentos
legales, ni arraigo familiares ni otra seña de identidad dentro del territorio
dominicano.
Alleer el
relato verdaderamente escalofriante de Jeanty Fils Aimé, uno de los
declarantes, se puede deducir por dónde van los tiros. Si le llamo delirante me
quedo corto. En la instrucción del caso, se recogieron declaraciones tan
espeluznantes que cualquier persona ajena a los acontecimientos las
consideraría fantasiosas
La Corte,
aun cuando las incluye en la instrucción del caso, tuvo el tino de deslindarla,
y quedarse para las audiencias públicas que tendrían lugar en Ciudad México los
días 8 y 9 de octubre del 2013, con los testimonios más sobrios que impidan que
el juicio naufrague en la caricatura, en los excesos y en la extravagancia.
Además de
las declaraciones de las presuntas víctimas, la Corte convocó a testigos y
peritos, que declararán en forma presencial y por fedatarios, en las audiencias
de octubre.
En
representación de las víctimas declararán la antropóloga Tahira Vargas; el
abogado Cristóbal Rodríguez, recusado por el Estado por ser abogado adepto al
CEJIL y por haber mantenido una actitud hostil ante Junta Central Electoral y,
finalmente, la psicóloga Rosa del Rosario. Las versiones de estos
representantes de la parte acusatoria serán acompañado del peritaje de la
señora Briget Wodding, que dirige una ONG pro haitiana en la República
Dominicana y es miembro del Observatorio de Asuntos Haitianos dirigido por el
sociólogo Wilfredo Lozano y el abogado Carlos Quezada. Son muchos los tontos
útiles que sirven, como empleados, a este concierto de fuerzas confabuladas. La
mayoría ignora adónde lo llevan, dónde se bate el cobre, y quién corta el
bacalao.
En
representación del Estado dominicano, que es el que se halla en la picota de la
justicia internacional, actuarán como testigos: Carmen Maribel Ferreras Mella,
ex directora regional de Migración, acompañada del peritaje propuesto por el
Estado del antropólogo Fernando Ferrán y del historiador Manuel Núñez. Los
abogados que representarán al Estado son Juan Bautista Tavares Gómez,
especialista en registro civil de la Junta Central Electoral, Cecilio Gómez
Pérez, abogado constitucionalista y Santo Miguel Román, experto en migración de
la Dirección General de Migración.
La Corte
Interamericana ha designado, por su parte, a Julia Harrington, abogada
especialista en derechos humanos, y a Pablo Ceriani, especialista en el área de
migración internacional. Estos especialistas determinarán si el país cumple con
los estándares internacionales en materia de regulación del derecho a la
nacionalidad y si nuestras normas resultan compatibles con el derecho
internacional. Dicho sin tapujos : los expertos determinarán si como se ha
dicho se ha cometido el crimen de haber expulsado a dominicanos de su tierra. Si
es así, el Estado tendrá que otorgarles los documentos oficiales a estas
personas, y se verá obligado a resarcirlos con una reparación económica.
Aun cuando
no tengan los documentos probatorios, acta de nacimiento y asentamiento en los
libros, el Estado dominicano se halla obligado a dotarlos de pasaporte, para
facilitarles la salida y entrada al país. De modo que puedan rendir cuentas ante
la Corte. El Estado dominicano y la Comisión Interamericana deberán cubrir los
gastos de los declarantes.
La Comisión
rechazó los testimonios periciales de las señoras Sara Patnella García y de
Brígida Sabino Pozo. La primera por considerarla que no tenía los avales
académicos para figurar como declarante; y la segunda, por haber participado
como representante del Estado en el caso de las niñas Dilcia Yean y Violeta
Bosico, en el que el país fue condenado por vez primera.
En realidad
la señora Sabino Pozo, directora de la Unidad de Declaraciones Tardías de la
JCE, fue recusada por todos los reclamantes. Se trata de la funcionaria que
desmanteló una mafia que pagaba dinero a mujeres dominicanas para que
declararan como hijos suyos a hijos de haitianos. Una de las mujeres llegó a
declarar cincuenta y dos hijos. Fue, parejamente, desestimado la declaración
del general Guerrero Clase, Director General del CESFRON.
La Corte
Interamericana no es un conciliábulo de cardenales. Todas sus disposiciones
pueden ser consultadas en las redes (Consúltese: Benito Tide Méndez. Caso
12.271; resoluciones de la Corte Interamericana 28-8-12). Concluida las
audiencias, las menudencias del juicio donde se conocerá las declaraciones de
los testigos, los peritajes de las partes, las argumentaciones de cada bando y
el fallo judicial se pondrán íntegramente, como video, a disposición del
público.
No podemos
pensar que estos sometimientos ante la Corte Interamericana serán episódicos.
Cada año se recrudece el problema; se instruyen nuevos casos. La posibilidad de
ganar el proceso, es, en verdad, remotísima. Ninguno de los Estados que se ha
puesto bajo las competencias de esta Corte ha ganado ningún caso. Desde que en
1998, inducidos por las gestiones del entonces embajador ante la OEA, don
Flavio Darío Espinal, pusiéramos nuestra soberanía bajo esas competencias, el
país camina por la calle de la amargura. Y, sin embargo, según nuestra propia
Constitución no formamos parte de la Corte. Porque ese recorte de soberanía no
fue refrendado, ni siquiera conocido por el Congreso como mandan todos los
convenios y tratados internacionales.
En todo
caso, resulta indispensable que el Tribunal Constitucional se pronuncie y diga
si ponerse al amparo de la Corte bajo estas condiciones cumple con la
Constitución y las leyes de la República.
Abrumado por
estas noticias, me sumergí en la república de los muertos. Me sobrecojo ante los
mausoleos, los panteones de los fundadores de la Independencia. De todas esas
glorias, me llegan las palabras de Salomé Ureña, la más importante de todas
nuestras poetisas, desde su recóndito rincón de dignidad nos dice:
Lucha,
insiste, tus títulos reclama:
(…)Que
mientras sueño para ti una palma,
y al
porvenir caminas,
no más se
oprimirá de angustia el alma
cuando
contemple en la callada calma
la
majestad solemne de tus ruinas.
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