La frontera de la desigualdad en Miami
La
frontera de la desigualdad en Miami
MARIA
PEREZ mperez@elnuevoherald.com
En pleno
corazón de Coconut Grove hay una frontera virtual claramente visible de dos o
tres cuadras a lo largo de Grand Avenue.
Al este de
la Calle 32, cerca del club de vela, los peatones se ven tentados por tiendas
de ropa étnica y de pinturas, restaurantes decorados con antorchas de estilo
hawaiano y el centro comercial de CocoWalk, en el que los escaparates muestran
fotos de modelos rubias y de piel clara.
Un poco más
al oeste desaparecen los coloridos escaparates y los parquímetros. Una
lavandería vacía anticipa locales de negocios cerrados. Los clientes del este,
mayoritariamente, blancos y latinos, desaparecen. Al oeste sólo quedan
residentes y trabajadores negros.
Al igual que
en Grand Avenue, los límites de Liberty City y de Overtown son algunas de las
barreras físicas que sobreviven en Miami Dade cincuenta años después de que
Martin Luther King proclamara en la Marcha en Washington su sueño de igualdad.
En el centro de Miami ya no hay fuentes de agua para blancos y negros ni sitios
prohibidos en los autobuses. Pero los negros de la Florida sufren más el
desempleo que blancos e hispanos, tienen más posibilidades de estar en
situación de pobreza, sus ingresos son menores y viven menos años.
Los vecinos
de Grand Avenue no conocen las estadísticas, pero cuentan que aunque en estos
años algunas cosas han cambiado, muchas otras no.
Daryl
Wright, de 47 años, es uno de los jugadores que por las mañanas comparten el
parque de dominó Billy Role, en el oeste de Grand Avenue, con trabajadores de
tiendas cercanas que toman su almuerzo en otra mesa adyacente.
Wright ha
vivido en Overtown, Liberty City y Wynwood, cuando aún era un barrio de
puertorriqueños sin galerías de arte ni bares alternativos. Pero siempre ha
trabajado en Grand Avenue –excepto por una semana en la que lo contrataron
temporalmente en Toys-R-Us.
Piensa que
en algunos aspectos, la situación de su comunidad ha empeorado en Miami Dade.
“Aquí ya no
hay trabajos para los americanos negros”, dijo Wright. Cuenta que la madre de
uno de sus hijos tuvo que irse de Miami a Daytona Beach. Era profesora, pero
sólo hablaba inglés.
Hace tres
años Wright tuvo un coágulo en la pierna, le dijeron que contribuyó el que
fumaba y tuvieron que amputarle su pierna derecha a partir de la rodilla.
Los
afroamericanos de la Florida viven un promedio de dos años menos que los
blancos y de cinco a seis menos que los hispanos, según las estadísticas
recogidas por el estado de la Florida. Son más proclives a morir por
enfermedades del corazón, sida e hipertensión.
MAS
DESEMPLEO
También
sufren más desempleo. Casi 14 de cada 100 negros que buscaban activamente
trabajo en Florida en el 2012 estaban en paro. Es casi el doble de la tasa de
desempleo entre los blancos, el 7.4 por ciento, y un tercio superior a la de
los hispanos, 9.4 por ciento. En lugares como Overtown, la tasa es más alta.
“No veo un
gran progreso en estos 50 años. La gente se olvida de qué trataba el eslogan de
la Marcha en Washington. Trabajos y libertad”, dijo Donald Spivey, profesor de
Historia en la Universidad de Miami (UM).
“Los
afroamericanos me dicen que es un infierno estar en el sur de la Florida si no
tienes un diploma de secundaria. Los hispanos toman esos trabajos, en los
hoteles, en los aeropuertos. Tienes otra clase dominante, los hispanos. Y los
hispanos tienden a contratar a otros hispanos”, dijo Spivey. “Yo les aconsejo
que no vengan al sur de la Florida si no tienen un título de educación
superior”.
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